Un nuevo comienzo de la mano de un viejo conocido. Rober Gutiérrez ha vuelto a la UB Conquense como entrenador para asumir las riendas del equipo en un momento delicado tras la sustitución de Rubén Pulido tras dos jornadas disputadas. El regreso del almeriense denota ambición, compromiso y también confianza en que la situación se puede revertir.
“Es muy complicado decir que no al Conquense”, relata Gutiérrez con respecto a su vuelta. Distintos motivos impidieron su fichaje por otro club este verano, por lo que decidió esperar “y la oportunidad llegó antes de lo esperado”, por lo que no dudó a la hora de “incorporarme a un club al que le tengo tanto cariño”. Con responsabilidad, pero sin miedo y “con mucha fuerza y energía”, Rober Gutiérrez asume el mando de este banquillo –pronto se llegó a puntos de encuentro en común para su contratación, añade– sin preocuparse por la poca paciencia que puede llegar a haber en el fútbol y aprovechando para mandar ánimos a Rubén Pulido.
Hoy, Rober Gutiérrez ve un Conquense muy distinto al que dejó el pasado mes de mayo. A nivel de entidad, infraestructuras, presupuesto, imagen corporativa… ve un panorama muy distinto sobre el que se puede sostener un proyecto a medio y largo plazo. “Uno viene del barro absoluto y ve la que hay montada, ve el músculo que hay detrás, la pasión que le ponen cada día los inversores, la junta directiva cómo se desvive para que no falte de nada… los pelos como escarpias”, expresa, señalando que ahora “tenemos más de lo que nos merecemos”.
En lo que a la plantilla respecta, se enfrenta al reto de lanzarse a la piscina con una plantilla confeccionada por un entrenador y una dirección deportiva distinta, por lo que asegura que es a él al que le toca adaptarse. “Al entrenador hay que dejarle a un lado, me tengo que adaptar a ellos y no ellos a mí. Tengo que conocerles, observarles… esto no va del juego que quiere hacer Rober Gutiérrez. Si tenemos limón, haremos limonada, y si tenemos naranja, naranjada”, bromea el almeriense. En cuanto al plantel actual, traslada que tomará decisiones una vez analice a la plantilla, si bien percibe que hay efectivos suficientes y capacitados como para competir cada domingo, por lo que no cabe esperar más fichajes.
Espera que este subidón de la afición tenga su continuidad, aunque señala que “es momento de dar y no pedir”, ya que lo que se ve en el campo tiene que estar a la altura de lo que hay fuera, aludiendo así al “Disneyland París” y a las buenas infraestructuras de la Balompédica.
OBJETIVOS
A nivel de metas, el almeriense, como siempre, se muestra cauto y huye de certezas, trasladando que la máxima prioridad ahora mismo es generar un bloque para que esas relaciones se plasmen en el césped. “El objetivo primordial es darle estabilidad a nivel deportivo, recuperar señas de identidad, dotar al equipo de ser competitivo y tratar de quedar lo más arriba posible”, traslada el técnico. Si bien asegura que no tiene “varita mágica”, asegura que el equipo va a competir como un animal. “Va a pegar bocaos’ hasta el jardinero”, ambiciona, pensando ya en el partido de este domingo ante el Coria, donde espera ver “un cambio de mentalidad” para agilizar ese proceso de adaptación.
Con esta ilusión y energía, Gutiérrez volverá a sentarse en el banquillo que conoce bien –aunque esta vez, los banquillos están renovados– para dirigir a una Balompédica que espera remontar el vuelo. “Es un orgullo y un privilegio estar aquí de nuevo. Espero poder estar a la altura de lo que se espera de mí y estoy convencido de que entre todos vamos a cambiar la situación”, concluye el almeriense.
