DIPUTACIÓN CUENCA CIRCUITOS
Es noticia en Cuenca: Trasvase Tajo-Segura AECC Cuenca Tiro con arco Lanzaderas al AVE ESAD Pádel Invierte en Cuenca

Europa

C uando se cumplen 40 años de la adhesión de España a la Unión Europea es hora de echar la vista atrás y reflexionar sobre lo que ha supuesto pertenecer y seguir perteneciendo a uno de los clubes más exitosos de todos los tiempos. Lo que en los años 50 del pasado siglo se creó con el objetivo de establecer una mera cooperación económica entre las seis grandes potencias del continente en aquella época, hoy día se ha convertido en una plataforma de desarrollo integral que agrupa a 27 naciones de los más diversos pelajes políticos, geográficos y demográficos. Durante todo este tiempo, hemos visto desplegarse en toda Europa un titánico esfuerzo para hacer posible que países otrora rivales en muchos momentos de la Historia se sienten juntos y compartan objetivos comunes, no para fomentar desencuentros sino todo lo contrario.

Al margen de las diferencias en los recursos, las economías, las políticas internas y las expectativas de los países miembros, resulta destacable la compleja labor niveladora que la Unión Europea mantiene como divisa. Es evidente que existen múltiples divergencias de todo tipo entre las naciones, pero ello no ha significado que las directrices comunitarias hayan abandonado o menospreciado a los territorios más desfavorecidos. Por contra, hemos ido comprobando cómo han ido implementándose medidas encaminadas a equilibrar y hacer justo en lo posible el reparto de ayudas o el fomento de proyectos que reparten un poco mejor la enorme riqueza que se genera en los confines de la Unión. Nuestra región y nuestra provincia han sido testigos de ello y van a seguir siéndolo porque los avances no van a parar. Un territorio eminentemente rural como el de Castilla-La Mancha ha recibido cientos de millones procedentes de los fondos europeos y ha podido desarrollar proyectos de todo tipo que muy probablemente hubiera sido imposible haberlos llevado a término sin la ayuda de Bruselas. 

Cuarenta años después, tenemos que preguntarnos qué hubiera sido de nuestro país si persistiera la funesta autarquía defendida por la dictadura franquista. Aquella dudosa política sumió a España en un retraso que nos costó mucho superar y del que todavía persisten algunos vestigios. La Unión Europea no sólo implementó una moneda común y un horizonte de objetivos y bases económicas que implicaba a todos los socios, también estableció y establece normas para una convivencia armónica que no son impuestas por las élites sino que se discuten en foros cuyas sólidas bases se basan en el juego democrático. Es muy importante que la ciudadanía dedique más esfuerzo a conocer los entresijos y las directrices comunitarias porque de ellos dependen muchos factores que influyen en nuestra vida cotidiana.

Actualmente estamos asistiendo a preocupantes movimientos políticos que ponen en duda las funciones y la validez de la Unión Europea. Curiosamente se trata de partidos, más vinculados a la ultraderecha, que no dudan en sentarse en los escaños de la Comisión Europea, el Consejo de Europa o del Parlamento Europeo y cobrar su sueldo denigrando a las instituciones que les pagan. Desde luego es mejor que lo hagan integrados en el seno de organismos democráticos, al fin y al cabo han sido elegidos libremente en sus respectivos países. No obstante se dedican a divulgar corrientes de pensamiento divergente que no deben emponzoñar el verdadero sentido comunitario. Si lo que tratan es de dividir para vencer, hay que oponer otra de las máximas que debemos mantener a ultranza los europeos y más en estos tiempos de guerras, trumpismo y aranceles: la unión hace la fuerza.