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Julio Magdalena Calvo
Julio Magdalena Calvo
04/08/2020

Los espejos: ¿enemigos o aliados?

Que los espejos devuelven la realidad de lo reflejado es una afirmación si no falsa al menos engañosa, porque no es una verdad absoluta que el espejo sea un soporte objetivo, ya que cuando te miras en él, qué realidad devuelve: la que quieres ver, la que no quieres ver, la que deformas tú o la que deforma el espejo.

Por ponerles un ejemplo de lo anterior, en mi caso concreto cuando me miro al espejo (pocas veces, la verdad) cada vez me veo menos yo y más a mi padre, efecto visual que me produce una sensación agridulce ya que por un lado me satisface el recuerdo de mi padre y, por otra, soy consciente de que la semejanza en la imagen que devuelve el cristal no es generada por la consanguinidad sino por la vejez, lo que no deja de ser tan natural como jodido.

Existen variedades de espejos que deforman la realidad de quien se mira en ellos, ya que se ven como si fueran esperpentos, como sucede en el caso de los espejos esféricos, ya sean cóncavos o convexos, siendo un efecto normal y, desde luego cómico, la imagen reflejada en los mismos; pero lo que no es tan normal (o quizá sí, vaya usted a saber) es que algunas personas que se miran en un espejo plano, no puedan ver que en realidad son auténticos esperpentos, lo que les impide corregir tamaña anomalía, porque sabido es que, para estas personas, demostrando lo acertado de la teoría de Nietzsche “lo que no se ve, no existe”.

Pero el espejo más importante es el figurado, es decir aquel que transmite una imagen personal que sirve de referente para otras personas que se identifican con la proyección que vislumbran (o creen vislumbrar) y quieren imitarla, obteniendo resultados distintos, dependiendo de la calidad del reflejo y de la capacidad del reflejado, viéndose distorsionad en ambos casos la citada transmisión, porque ni todos los espejos siguen el ejemplo de lo que muestran, ni todos los que les toman como modelo pueden, saben o quieren ver la autenticidad de dicho ejemplo.

Llegados a este punto, me planteo a santo de qué les estoy hablando de espejos, cuando tendría que hacerlo de la covit-19, que se resiste de forma pertinaz en no abandonarnos, haciendo un llamamiento a la responsabilidad individual y social para que esta llamada nueva normalidad, pueda ser cada vez más normal y menos nueva, porque si no nos apretamos los machos de forma decidida y universal, lo veo cada vez más complicado.

Perdonen que les deje, pero es el momento de mirarme en el espejo del positivismo para darme ánimos y seguir adelante. Si no les parece mal, les invito a mirarse en ese espejo que, por, supuesto, está a su disposición.

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