No nos queda otra
No es que no viniera estando más que clara la cosa, pero es que le parece a uno que ya es pero que de suma meridiana nitidez: o Europa se da cuenta de que los Estados Unidos trumpianos ya no son un aliado fiable sino más bien lo contrario y actúan en consecuencia o el proyecto europeo se va al garete. Y no lo dice, desde luego, este modesto articulista provinciano al que cabría decirle pero tú de qué vas, sino que venía a subrayarlo esta misma semana el mismísimo presidente del Consejo Europeo António Costa que –tras la matoniana y bravucona pero cada vez más creíble en la práctica amenaza del sátrapa estadounidense de, dentro de su nueva estrategia de seguridad nacional, apoyar a las formaciones políticas ultras, euroescépticas y reaccionarias que por estos nuestros europeos lares vienen jugando su destructoras maniobras, para, que hay que tener desfachatez, “ ayudar a Europa a corregir su trayectoria actual”, calificándolas, a la contra de cualquier verdad, de “fuerzas patrióticas”– Costa afirmaba, en el emblemático escenario del parisino Instituto que lleva el nombre del considerado principal arquitecto de la Unión Europea, Jacques Delors, que “los aliados no interfieren en la vida política ni en las decisiones políticas de sus aliados” sino que “respetan su soberanía” y reclamaba un compromiso reforzado con la construcción de una Europa que comprenda justamente eso, que las relaciones y las alianzas forjadas tras la Segunda Guerra Mundial han cambiado y por ello la Unión debe seguir defendiendo en solitario los valores y posturas que constituyen nuestra esencia: la defensa del multilateralismo, un orden internacional basado en normas, la creencia en el valor de la ciencia y en la libertad científica y desde ahí afrontar los desafíos a los que nos enfrentamos, alguno tan amenazante como el cambio climático. Item más: ayer mismo nombres de tan significativa trayectoria por nuestros europeos predios como los del expresidente del Consejo de Ministros de Italia Enrico Letta, el ex-vicepresidente de la Comisión Europea Josep Borrell o la excomisaria europea de Política Regional de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Parlamento Europeo Danuta Hübner junto a una treintena de experimentados políticos– entre ellos españoles como el asimismo ex-presidente del Consejo Europeo Enrique Barón, el presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo el profesor Francisco Aldecoa Luzárraga o el presidente de la Unión de los Federalistas Europeos y exdiputado al Parlamento Europeo Domènec Ruiz Devesa– afirmaban rotundos en un texto conjunto que “en un momento en el que el orden multilateral basado en la ONU está bajo asedio” y en el que “la estrategia de apaciguamiento hacia Donald Trump no está funcionando” Europa debe ser consciente de que “su seguridad, prosperidad y democracia ya no pueden depender de la voluntad cambiante de Estados Unidos”, es decir, que para la Unión Europea “la autonomía estratégica ya no es una opción, sino una necesidad”, para lo cual explicitan toda una serie de propuestas –cuya lectura yo les recomiendo encarecidamente– que marquen una trayectoria federalista que supere la actual vetocracia en política exterior, defensa y finanzas, y para ello apoyan “la creación de una coalición proeuropea renovada, transversal y entre instituciones, que abarque a los Estados miembros más comprometidos en el Consejo Europeo, a la mayoría proeuropea en el Parlamento Europeo y en los Parlamentos nacionales, a la Comisión Europea y a las instituciones regionales y locales, más allá de las inercias particulares de cada institución, así como a la sociedad civil organizada europeísta”. No nos queda, creo yo, más que decir: ¡amén y a ello!