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“Mi poesía es de aceras y patios”

La poeta murciana estará este miércoles y el jueves en Cuenca para ofrecer sendos recitales en el Centro Cultural Aguirre y en la Residencia Sagrado Corazón
“Mi poesía es de aceras y patios”
12/03/2019 - Dolo Cambronero

Jamás un conato de daros la vuelta/ Jamás una huida, por muchos que sean’. El principio del poemario ‘Instrucciones a mis hijos’ resume la filosofía de vida de Magdalena Sánchez Blesa (1970, Puerto Lumbreras, Murcia). La poeta ofrecerá este miércoles 13 de marzo, a las 19:30 horas, en el Centro Cultural Aguirre de Cuenca, un recital con un nombre también muy significativo: ‘No desistí’. Un día más tarde, el jueves 14, la autora irá a la Residencia Sagrado Corazón. Mujer luchadora, se enfrenta con la misma valentía al cáncer de mama que ha sufrido que a la hoja en blanco.

¿Cómo será el recital?

Donde voy, siempre hablo de poesía, del amor que me enseñó mi madre y de que hay que llevarse bien en esta tierra, a la que hemos venido a estar un rato. Tengo un mensaje de paz y de bienestar para la gente.

Comenzó a escribir desde muy pequeña.

Empecé cuando tenía ocho años, cuando mi padre murió de pronto de un infarto. Me quedé muy rota, muy vacía. Y decidí agarrarme a algo que me diera un aliciente, una razón para seguir adelante con ilusión. Y fue la poesía. Fue un momento muy difícil en mi vida. Cuando voy a colegios, institutos... a los alumnos siempre les digo lo mismo: ‘Agarraos siempre a una ilusión, a algo que os motive’. Porque la vida de repente te da un tortazo y hay que levantarse, seguir adelante y no desistir. Tengo un poema que habla de eso, de no desistir. Pase lo que pase, adelante.

Mi madre me motivó mucho a escribir. Y ya llevo cuarenta años al servicio de la poesía, siempre altruistamente, hasta que la empresa Urano se fijó en mí desde México y empezó a publicarme para los países de habla hispana. Tengo una colección de cuatro libros, con los colores de las estaciones: ‘Instrucciones a mis hijos’, ‘Nana para dormir a mis abuelos’, ‘Balada a mis padres’, y está por salir otro, ‘Carta a mis hermanos’.

Los títulos hacen referencia a la familia.

En realidad, no solo a mi familia. Cuando hablo de familia, hablo de millones de personas. Lo que quiero es que, al abrir ese libro, cualquiera vea a su padre, a su madre, a su hermano, y se vea ella, se vea él. Que la gente se vea reflejada y puedan decir: ‘Magdalena no se ha olvidado de mí’. Hablo a las manos de los padres, a la desfachatez y el despotismo con el que a veces se habla a las madres cuando se llega a casa pidiendo cosas. Hablo en defensa de los que tienen menos voz, de los que están más solos, de los que no pueden levantarse, de los que no tienen más fuerzas...

¿Cómo definiría su poesía?

Una poesía de aceras y de patios. Soy una persona desde la sencillez más grande, con un mensaje humilde al mundo, que es el que me enseñó mi madre. Y que recojo muy bien en cada frase del poema ‘Instrucciones a mis hijos’, que se ha viralizado, recitándolo sola y recitándolo con mi hija pequeña, que un día me dijo: ‘Ese poema me lo sé yo’. Y lo grabamos y anda por ahí con millones de visitas por todo el mundo. Yo le digo a toda la gente que aquí tienen mi vida y que la usen. Yo no he vivido a vivirme yo sola sino que he venido a que me vivan también.

¿Cuáles son sus poetas de referencia?

Tengo muchos pero he leído mucho a Miguel Hernández, por su fuerza. Como murió tan joven, valoro aún más su intensidad. Dejó una obra exquisita y madurísima. Otro referente, por su belleza, es Rubén Darío. También me gustan Jaime Gil de Biedma, Mario Benedetti, Pablo Neruda... Tengo muchísimas referencias de poetas. Se aprende mucho de ellos. Y hay que leerlos porque son clásicos y maestros.

¿Qué aprende un autor en un encuentro literario?

Para mí es como estar en mi salón, en la mesa camilla, cuando vienen a verme mi familia, amigos... Me da igual que haya 1.500 personas que dos. El público es igual de grande. Me parece una maravilla poder recitar, mirar a los ojos, hablar de lo natural que es la vida y de que no debemos complicarnos porque la hacemos más complicada de lo que es. De cada uno de mis recitales, espero que la gente no salga indiferente. Te puede no gustar pero espero que piensen que tal cosa la he dicho de otra manera.

"Cuando me diagnosticaron el cáncer, me pregunté: ‘¿Y por qué no a mí?’. Porque siempre nos excluimos de lo malo. Hay que darle la vuelta a la pregunta"

¿Cómo le ha cambiado la vida el cáncer?

Ayuda a ser más consciente de muchas cosas. Todos los momentos los vives con mucha más intensidad. Hasta hay cosas que no te gustan y las celebras. Es una manera de celebrar que estás vivo. Vives con más ilusión. Pero de todas formas, no ha sido solamente la enfermedad lo que más ha baqueteado mi vida. He tenido problemas muy gordos y he tenido que luchar mucho. Yo ya sabía latín cuando me sobrevino la enfermedad. Ahí apliqué lo que me había enseñado la vida por otro lado. Salí de la consulta y al mirar a la gente en la sala de espera, me pregunté: ‘¿Y por qué no a mí?’. Porque siempre decimos ‘¿por qué a mí?’. Porque siempre nos excluimos para lo malo. Eso que le pase a los demás. Hay que darle la vuelta a esa pregunta.

¿‘Instrucciones a mis hijos’ es un manual de vida para ellos?

No solo eso. Les hablo también de amar a los demás, de que sean valientes. Independientemente de mi enfermedad, mi mensaje para ellos es que se enfrenten a lo que venga. ‘Jamás un conato de daros la vuelta/ Jamás una huida, por muchos que sean’. Diciendo eso, lo dices todo. Hay que dar la cara siempre. Dialogando, desde la ternura y desde el conocimiento, se llega a la paz. Que nadie te deje indiferente. Vivimos en un mundo en el que no valoramos a los demás. Estamos dejando el mundo fuera. Yo le hice un poema a mi marido que se llama ‘Si me he dejado el corazón afuera’ para que no se te olvide que hay gente en tu casa. No sé qué hacemos haciendo el tonto; si hoy te puedes ir de este mundo.

¿Cuáles son sus proyectos?

Ahora me voy a México otra vez. Sigo promocionando mi obra por allí.