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Antonio Santos
22/04/2025

¿Mazón?

Aquí tampoco estuvo Mazón. Esta semana murió Vargas Llosa. Vargas Llosa es uno de esos escritores que han logrado volarme la cabeza dos veces. La primera, cuando leí ‘La ciudad y los perros’; la segunda, cuando leí una entrevista suya. La muerte del escritor coincide con el anuncio de los mandatarios madrileños de ponerle a una calle el nombre de Mario Vaquerizo por ser un referente de la Movida; aunque en esa época no fuese todavía ni adolescente. Eso me ha hecho pensar que —con todo mi respeto a Mario Vaquerizo—, posiblemente, con Vargas Llosa no haya muerto solo el último gran nombre del Boom latinoamericano, sino el último gran intelectual de la derecha en nuestro país. Y con su marcha no solo pierde la derecha, sino que pierde España por la imposibilidad de poder confrontar ideas con profundidad y honestidad, más allá de un titular, una frase ocurrente o ciento cuarenta caracteres. «Me gusta la fruta» puede ser un hexasílabo con mucho gancho entre acólitos y veganos, pero no es el argumento más brillante de la historia.  No hace tanto, en este país, la derecha contaba con intelectuales de talla y prestigio. 

Y cuidado, que la izquierda puede tener intelectuales, pero si se les silencia para que hablen los campechanos, o ganar dos votos en corto, es que los que dirigen la izquierda tampoco andan sobrados de sesera. Y poca risa, porque simplificando —que no haciendo sencillos— los discursos, es como El capital se convierte en un cuento de hadas; la Constitución, en un almanaque de bolsillo; y la democracia, en memocracia.

¡Viva Honrudas! ¡Viva Leticia Sabater! ¡Y viva la fruta!