Losotros; Nos otros
Me sucede a menudo, pero siempre surge algo que acaba pareciéndome más importante o urgente. Me refiero al descubrimiento de las mañanas de los días entre semana como un nuevo mundo. Pero nuevo no como esa cantidad ingente de lugares que me resultan atractivos y me gustaría visitar y conocer, sino como el Nuevo Mundo, como algo que ni siquiera sabía que existía. Sucede que uno entiende el mundo a través de los patrones y los prejuicios, extraídos y adquiridos en su vida cotidiana. Es decir, en mi mundo la gente se pasa las mañanas trabajando, y no soy capaz de imaginarme que pueda ser de otra manera hasta que soy yo el que no trabaja una mañana. Sucede entonces que hay colas en los bancos, en los supermercados, y gente paseando por todos lados con paso lento, como una actualización de Windows. Y no es que exista un mundo paralelo de Felipe Juanes, Cayetanos y Abascales tocándose los cojones a dos manos mientras algunos trabajamos; es simplemente que hay otras realidades distintas a la mía, otros mundos, otras maneras… y, al final, todos coincidimos en este tiempo y este lugar; y todos votamos y necesitamos convivir con ese montón de personas que pertenecen a otro mundo que ahora sé que existe, aunque, quizás, ellas no se hayan dado cuenta de que yo también existo, porque las he conocido a hurtadillas, camuflado, cual astuto animal, en la mañana de un martes cualquiera. Y he de confesar que, ahora que sé que existen, no puedo dejar de pensar en ellos. ¿Cómo será su vida? ¿Qué podría ofrecerles? ¿Cuántas cosas habrán hecho por mí sin yo saberlo? ¿Cuántos desmanes suyos habré pagado sin ellos saberlo? Yo creo que podríamos ser amigos.