Llenar huecos
No sé si, perdida un poco entre tantas otras, habrán sido muchos quienes por estos nuestros conquenses lares hayan prestado atención a la noticia: la Facultad de Comunicación del campus en nuestra capital provincial de la Universidad de Castilla-La Mancha ha puesto a su nuevo recinto de conferencias el nombre de Sala Helena Lumbreras. Es algo que me da que puede que sea así como consecuencia de la por un lado no precisamente demasiada empatía que, lamentablemente a mi juicio, pienso que recíprocamente ciudad y campus se suelen dispensar, y por otro al más que probable general desconocimiento –también esto es consideración personal pero que no creo que ande demasiado lejos de la realidad– de la figura de la así homenajeada pese a que –como, eso sí, han recordado los medios, entre ellos, por supuesto, este en el que firmo mi texto– fue un referente, en la década de los sesenta al setenta del pasado siglo, de un cine documental militante nacido del personal compromiso de sus protagonistas con las clases obreras en una labor fílmica que registró de forma clandestina la lucha contra el régimen franquista desde el frente estudiantil, el de los trabajadores de las fábricas y el de la parte del clero que apoyaba esas resistencias. Lástima, porque el caso de Helena Lumbreras (Cuenca 1935-Barcelona 1995) es un ejemplo más de cómo personas y acontecimientos tan ligados a nuestra historia cultural –especialmente en sus etapas más inmediatas a nuestro propio hoy– casi cabría decir que no existen por cuanto lo que no se cuenta acaba pues eso, por no existir. Menos mal que de un tiempo a esta parte van apareciendo quienes van acometiendo la tarea de rellenar de contenido esos espacios huecos para que quede constancia de lo que sí ocurrió aunque muchas veces no acaben sus esfuerzos de lograr demasiado alcance, algo que, por fortuna, venía a remediar en este caso concreto de nuestra paisana cineasta el texto –“Cine clandestino en el tardofranquismo: el caso de Helena Lumbreras y el colectivo ‘cine de clase’ (1968´1978)”– con el que Pablo Pérez Rubio, ese aragonés que un día se vino a asentar entre nosotros y que es uno de los nombres señeros de la investigación y la crítica cinematográfica nacionales, texto, retomo el hilo, del discurso con el que ingresaba, hace ahora unos tres años y medio, en la Real Academia Conquense de Artes y Letras, ya saben, la RACAL. Es un trabajo el de Pérez Rubio que ahondaba, además de en la propia figura de Lumbreras en el global de ese cine clandestino, radical, marginal o “underground” que junto al comercial y acomodaticio y el a la contra ideológica pero más o menos enmarcado a mayor o menor disgusto en el sistema, sí existió también aunque no tuviera la repercusión pública que movimientos similares sí alcanzaron en otros países y, como recordaba precisamente el académico, no se le haya tampoco prestado la atención que merece, como si nunca hubiera existido; un trabajo, por cierto, que, por si les interesa, está disponible tanto para su lectura como para su descarga gratuita en la página web de la corporación académica www.racal.es en la sección “Publicaciones / Discursos”, una institución, permítanme que añada, que ojalá, por cierto, consiga llevar final y felizmente a buen término esa “Historia de Cuenca” en la que actualmente trabajan sus integrantes y que vaya si no significaría una espléndida aportación a ese mayor y mejor conocimiento de quienes fuimos y por tanto, en consecuencia, hoy somos.