Emiliano García-Page, la política con rostro humano que el PSOE necesita
En una política cada vez más dominada por los eslóganes vacíos y la pugna por resistir en el poder, la figura de Emiliano García-Page se levanta como un raro ejemplo de algo esencial: un dirigente que escucha, se acerca y actúa, No de palabra, sino de verdad. Y eso, hoy, es más revolucionario que nunca.
Frente a la política del tuit y la crispación, Page representa la política de la cercanía real, la de mirar a los ojos a quien más lo necesita y responder con hechos, no con promesas huecas. Lo ha demostrado como presidente de Castilla-La Mancha, donde su gestión se ha centrado —contra viento y marea— en blindar los servicios públicos, especialmente los que protegen a los más vulnerables.
No es un discurso. Es una realidad: Castilla-La Mancha ha invertido más de 8.000 millones de euros en Sanidad en los últimos años, con proyectos tan emblemáticos como el nuevo Hospital Universitario de Toledo o las obras en los hospitales de Guadalajara, Albacete, Cuenca y Puertollano. La región se sitúa además a la cabeza en gasto social per cápita, con cerca del 70% del presupuesto destinado a Sanidad, Educación y Bienestar Social.
Pero, sobre todo, está su manera de entender la política: con libertad y sin ataduras. Es un socialista convencido, pero no sectario. Un político que habla claro, incluso cuando incomoda a los suyos. Y que antepone la defensa de Castilla-La Mancha —y de sus ciudadanos— a las consignas de partido.
Por eso sorprende, y duele, que desde su propia casa reciba insultos y descalificaciones. Que un presidente del Gobierno prefiera ignorarlo por tener voz propia, por no someterse al silencio disciplinado de la Moncloa. Como si pensar por uno mismo y hablar claro fuera un pecado imperdonable.
García-Page defiende que el PSOE debe volver a ser el partido que habla de las cosas que de verdad importan: la sanidad que funciona, la educación que integra, la dependencia que dignifica, los servicios públicos que igualan. Y lo hace con una mezcla rara de liberalismo moderado y profunda vocación social que conecta con una gran mayoría de votantes.
En sus palabras y, sobre todo, en sus actos, late algo que escasea: empatía verdadera, no impostada; compromiso, no cálculo; y una fe inquebrantable en que la política puede ser útil si se ejerce con decencia. Page recuerda que gobernar es mucho más que resistir: es transformar, sin perder nunca de vista a los que más necesitan que alguien los defienda.
Esa es la política con rostro humano que muchos quisiéramos ver más a menudo. Y esa es, precisamente, la mayor aportación que Emiliano García-Page hace al PSOE y a la vida pública: demostrar que aún es posible gobernar con el corazón, sin renunciar a la cabeza.
Porque la dignidad en política también es un valor añadido. Y García-Page lo encarna como pocos.
Desde la Asociación ASPADEC queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento a Emiliano García-Page por su trabajo, su constante presencia y su proximidad. Su cercanía y compromiso real con las personas más vulnerables son un ejemplo de política con alma y con corazón.