Mamotrero o armatoste
He visto cosas que no creeríais: Auténticas luces de Navidad brillando en la puerta de Marisol, jugar al Mágico González como un querube con alas negras y la pasarela de Villa Luz. Por tamaño, esta última es la que más espacio ocupa en cualquier disco duro, la que más despacio desaparece de la memoria. Incluso el creador del carril bici de la Ronda Oeste podría haberse permitido decirle a cualquier conquense: «¿Pero quién te ha hecho esto? Menuda chapuza». Es una de esas cosas en Cuenca que parecen gafadas. No importa quién le meta mano, será para, como mínimo, volver a meter la pata. Se instaló por el módico precio de medio millón de euros. Después se quitó, por otro ayuntamiento, por la mitad de dinero aproximadamente. Se almacenó durante un tiempo y saltó a las noticias de nuevo cuando la Guardia Civil la interceptó de turismo hacia Pinto para ser vendida como pieza de desguace por algo más de cuatro quintos de la mitad del montante inicial. ¿El problema? ¿Las fracciones? No, Parece que el vendedor no era el propietario y ahora sale el juicio por el que se le acusa por apropiación indebida.
El caso es que lo que quedó de la pasarela en Villa Luz, en otro intento de otro ayuntamiento, opinión ciudadana mediante, dicen que ahora es un rocódromo. Yo no sabría deciros, no entiendo de arte abstracto. ¿Dónde está ahora la pasarela? ¿Es eso que están poniendo en el esquinazo de la calle del río Gritos? ¿Cuál será el próximo episodio?