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Julio Magdalena Calvo
Julio Magdalena Calvo
18/03/2020

Gratitud, compromiso y aislamiento

En estos tiempos de extraordinaria situación de alarma, donde emergen sentimientos de preocupación, miedo, riesgo, incertidumbre, es también el momento de reconocer y agradecer los servicios de aquellos colectivos que velan por nuestra salud y seguridad, ya que en épocas de mayor tranquilidad y bienestar no lo hacemos, o no lo hacemos como debiéramos. Y cuando me refiero a colectivos de velan por nuestra salud y seguridad lo hago con el mayor alcance posible, desde el personal sanitario hasta los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado, policías locales, encargados de limpieza y desinfección, transportes, suministros, centros de producción, fabricación, logística y distribución de alimentos, medicinas y productos de primera necesidad y, por extensión a la totalidad del personal que obligatoriamente tiene que salir a la calle para que los demás podamos quedarnos en nuestras casas, por obligación y compromiso. Gracias de corazón. Muchas gracias.

He escrito “por obligación y compromiso” y lo explicaré. Por obligación, es decir, por imperativo legal, no queda otra que acatar lo dispuesto en las normas que desarrolla el Real Decreto que regula el estado de alarma; pero, además, por compromiso personal con todas esas personas a las que me he referido en el apartado anterior. He comentado también que, en este extraordinario escenario en el que desgraciadamente nos hallamos inmersos de forma general e indiscriminada, afloran sentimientos que perturban nuestro bienestar interior por amenazar nuestra seguridad, tranquilidad y comodidad, pero aparecen otros que nos producen una personal satisfacción, como son la empatía, la solidaridad, afectividad o la gratitud que nos inducen a pensar en los colectivos citados anteriormente, pero, asimismo, en los que más más a sufrir con las consecuencias de la pandemia, por ser más vulnerables física, emocional o económicamente.

Teniendo en consideración todo lo antedicho y por mera comparación, me parece que el aislamiento es un fastidio, un aburrimiento, una monotonía y todo que se nos ocurra decir, pero, siendo cierto es, desde luego, un mal menor que debemos asumir con entereza, disciplina y, en lo posible, con buen humor, porque activar el mecanismo intrínseco de la mala leche en cualquier situación es negativo, pero en aislamiento tienen que ser jodido de verdad. ¡Ánimo y a por ello!

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