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Orión
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17/05/2021

La gran pregunta

Tras las elecciones madrileñas del pasado día cuatro, la gran convulsión inicial ha dejado paso a una agitación de la vida política sin precedentes a los que poder referirse para anclar una reflexión de la que sacar conclusiones aprovechables para el conjunto de la ciudadanía. Bien es cierto que las conclusiones requieren de un cierto sosiego, ausente hoy en el escenario caótico español. 

Es imposible analizar con distancia y frialdad cualquier noticia. Demasiada polarización. Todo entra en el vórtice de la tormenta que sacude nuestras vidas, presididas por preguntas que no tienen una respuesta clara que oriente las acciones de nadie.

Por encima de todas las incógnitas destaca la que se formula como la que parece más importante que ninguna otra: ¿es posible que lo ocurrido en Madrid se repita en el resto de las comunidades autónomas?

Hay opiniones para todos los gustos y muchas parecen nacidas del deseo, más que de un análisis detenido de una cuestión que es un juego de adivinanzas. Vamos una pregunta planteada a la bola de cristal de un presunto adivino.

Ejemplo de lo que decimos es la propuesta del señor Núñez, presidente regional del PP, que se apresuró a pedir al presidente de Castilla la Mancha que convocará elecciones aquí. Su ocurrencia, desautorizada por líderes de su partido en otras latitudes, por entender que inducía a pensar en  una escalada de desestabilización sin precedentes, se produce en una región en la que se goza de una estabilidad política asentada gracias a una mayoría absoluta del PSOE que gobierna frente a una oposición menguada.

Pero todo parece posible en esta sociedad líquida en la que vivimos y que algunos han conseguido instalar a base de transformar en eslóganes la reflexión sesuda, los anclares éticos en modas pasajeras, los firmes compromisos en intereses bastardos y la seguridad en una meta inalcanzable.

Hoy el oportunismo se ha instalado en nuestras vidas sustituyendo al esfuerzo por alcanzar los objetivos de una comunidad humana que debería articularse en base a la garantía de la seguridad y de la “felicidad compartida”. Hoy  el respeto a la dignidad del ser humano (consagrado como un derecho de primera generación) es una grotesca caricatura a pesar de todas las declaraciones de principios. La prueba más patente es la desigualdad rampante que padecemos y crece sin freno dejando tantas víctimas en el camino como otra pandemia sin final.

Por eso resulta preocupante la apelación al mimetismo que parece inspirar algunos discursos. 

Nosotros pensamos que frente a la dictadura de la imagen prefabricada de cartón piedra acabará por imponerse la lógica del análisis del trabajo de cada gobierno en su territorio, basado en la gestión de la verdad de lo actuado y ausente de guiños populistas y mensajes simples que desvirtúen su contenido y que parecen tan del gusto de muchos de nuestros conciudadanos.Y hasta que mayo del 2023 dicte su sentencia electoral queda tiempo a cada cual para orientar a favor de su causa el voto ciudadano.

Habremos vencido entonces la pandemia y digerido, en parte, los catastróficos efectos que ha producido. Se estará creando riqueza. Se invertirán cuantiosos fondos, llegados de la solidaridad de la UE, que impulsen el empleo y consigan la inclusión social de muchas de las personas que perdieron su trabajo y con él la percepción de  integración en una sociedad a la que necesitan y los necesita. Se estarán mejorando las perspectivas económicas y quién sabe si encontrando una adecuada velocidad de crucero en el camino de obtener rendimientos a conceptos como la protección del medio ambiente y la casi misteriosa economía circular. Y hasta es posible que las “colas del hambre” estén camino de convertirse en un vergonzoso recuerdo que sirva para cambiar nuestra mentalidad y actitud ante el sufrimiento de tantos.

Y quién sabe si entonces, cuando ya sean patentes los perfiles, se aprecien las carencias y las sombras de un gobierno madrileño celosamente ocultadas por el brillo de una imagen esculpida al gusto del cliente. Populismo se llama la figura.En cualquier caso el tema en que deberíamos pensar es, como certeramente ha dicho Manuela Carmena,  “en cómo conseguir que la política mejore la vida de todos”

Queda dicho.

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