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Un editor más que peculiar

Si el viernes la Fundación Antonio Pérez prestaba marco en nuestra capital provincial a la presentación del libro “Millares: escritos y entrevistas” –un más que interesante acercamiento al pensamiento de este artista, sin duda uno de los  nombres más importantes del hacer pictórico de nuestro país en la segunda mitad del pasado siglo, a través de la totalidad de su producción escrita y de sus declaraciones – en un acto que contaó con las presencias de sus recopiladores  Julián Díaz Sánchez  y José Luis de la Nuez Santana y de Alfonso de la Torre, hace una semana esta misma institución albergaba otra presentación, la de una nueva entrega de “Menú”, la singular publicación promovida por nuestro paisano Juan Carlos Valera convertida desde hace ya tiempo en más, mucho más, que aquella revista artístico-literaria que Valera, editor ya desde esos mismos principios nada al uso, tras haber coordinado con anterioridad –a principios de los años 80 de la pasada centuria– el suplemento cultural “La Libélula” del entonces existente semanario “La Gaceta Conquense”, ponía en la calle, hacia la mitad de esa misma década –en 1986– y con elementos ya bien diferenciadores de otras publicaciones, con el subtítulo de “Taller de ediciones-collagista y objetualista”. Publicada en esos sus inicios en un formato todavía más o menos tradicional en papel aunque adjuntando ya elementos complementarios como separatas, cuadernillos o postales, la revista iba a pasar luego a acompañar sus páginas de audio y vídeo poemas en un proceso que poco a poco iba a convertirla, ya en los 90, en más, bastante más, que una simple revista: acogidas a su cabecera, Valera iba a desarrollar toda una serie de entregas en las que la poesía experimental, la poesía-objeto y la bibliofilia se iban a ir enriqueciendo –en una continuada labor donde es asimismo digna de resaltar  la frecuente presencia para su manufacturación de otro conquense, Juan Carlos Ladrón de Guevara– con colaboraciones de artistas y escritores tan significativos del panorama literario-artístico tanto nacional como internacional cual Rafael Alberti, Antonio Saura, Michel Houellebecq, Eugenio Granell, Milan Kundera, Casimiro de Brito, Catherine Millet, Rafael Canogar, Joan Brossa, Joaquim Ferrer, Jean-Clarence Lambert, Oscar Niemeyer, Ouka Leele, Fernando Arrabal o Artur Manuel do Cruzeiro Seixas–  en un continuado proceso cuyo último espléndido fruto es precisamente la carpeta-maleta que, se presentaba bajo el expresivo título de “Los Pilares de la Luz” conteniendo nueve realizaciones de Rafael Canogar estampadas a sangre en metacrilato en torno a otros tantos textos poéticos de San Juan de la Cruz, Luis de Góngora, Antonio Machado, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, María Victoria Atencia y Chantal Maillard una de ellas enmarcada en cristal y haya blanca cual los ejemplares de la serie entera que colgaba en los muros de la sala de esa su presentación en acto que contó con las presencias, a más de María Ángeles Martínez, la responsable de Cultura de la Diputación Provincial, la administración sostenedora de la Fundación, del eminente crítico Juan Manuel Bonet y de los propios Canogar y Valera, nuevo espléndido fruto del mantenido –aplausos y que siga–  singular y altruista empeño de un editor más que peculiar cuya labor merece todo el reconocimiento del mundo.