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Orión
Orión
30/05/2021

Despoblación

Suponemos que son muchas y de muy variada naturaleza las razones por las que millones de personas en España abandonaron su lugar de nacimiento y emigraron buscando otra vida incluso lejos de la tierra en la que hubieran querido ver crecer a sus hijos. (Hubo un tiempo en que se dijo que la ciudad más grande de Cuenca era Barcelona pues en su conurbación vivían 80.000 conquenses, por poner un ejemplo de lo que supuso para nuestra provincia en un periodo de unos treinta años).

Cuando ese movimiento personal fue creciendo, se convirtió en un asunto social, de desarraigo doloroso y también  económico con el que hemos estado conviviendo hasta convertirse en un “problema de Estado” tal y como ahora se denomina a los fenómenos cuya gravedad y persistencia pueden llegar a poner en riesgo las bases de nuestra convivencia.

Se creó de este modo una arquitectura social inestable por el enorme desequilibrio que representa la gran desigualdad de oportunidades   que padecen los habitantes de extensas zonas rurales,  así como en la diferente  atención que reciben de las administraciones publicas encargadas de velar por que se cumplan los derechos que tienen reconocidos por las leyes y que son el fundamento del Estado de bienestar, fundamento de un Estado de Derecho.

Mirar para otro lado, poner parches a la situación no solo no ha resuelto la cuestión sino que, en ocasiones, incrementó la velocidad del éxodo, generando problemas nuevos en los lugares de destino de los emigrados (¿alguien se ha preguntado en qué lugares viven y cómo es su vida allí?), y magnificando los desequilibrios, hoy agravados por la aparición de nuevos problemas medio ambientales en bastas zonas del territorio despoblado.

Pues bien, a grandes males grandes remedios.

Las Cortes de Castilla la Mancha, a instancias del gobierno de García Page, acaba de aprobar una ley (la primera de esa naturaleza que se aprueba en España) mediante la que se pretende abordar el problema de un modo integral en nuestra comunidad y que afecta de modo especial a las provincias del norte.

Ha coincidido en el tiempo con la iniciativa del gobierno de España de aprobar el “Plan de recuperación” de esas zonas y sus 130 medidas de cuya extensión y financiación nos ocuparemos en otro artículo y del que adelantamos se inspira en los mismos principios que nuestra nueva ley. Habrá dinero y un importante giro en la forma de buscar soluciones.

La ley y el Plan de recuperación tienen objetivos coincidentes. La lucha por la libertad de las personas para elegir el lugar donde vivir sin que ello les suponga perjuicios insuperables, la disminución de la brecha que separa de facto sus derechos y la forma en que estos se atienden del modo en que se efectúa en los territorios densamente poblados. Para ello la ley establece la disposición de ayudas económicas para la adquisición de viviendas, para la implantación de nuevas empresas o iniciativas de empleo, de iniciativas vinculadas al desarrollo de infraestructuras sostenibles desde el punto de vista medio ambiental, rebajas tributarias, ampliación y mejora de los servicios educativos, la ayuda para cursar estudios de enseñanza superior, la creación de redes de puntos de atención sanitaria y farmacéutica continuada etc.

Al tratarse de una población envejecida la norma garantiza la implantación del servicio de tele-asistencia con terminales digitales de última generación, también para personas con discapacidad.

Destaca el compromiso con las personas con dependencia y la red de alojamientos próximos a sus domicilios para personas que necesiten de internamiento. Y aparece una modalidad de transporte “sensible a la demanda” que esperamos ver con interés cómo se desarrolla.

En fin, seremos los primeros en tratar de revertir una situación indeseable que aportará bienestar a los nuestros y un valor añadido a la calidad humana y medio ambiental a nuestro territorio: evitar que en un breve espacio temporal, como vaticinan algunos estudios, la mitad de nuestros pueblos pequeños se hayan convertido en lugares abandonados definitivamente, fantasmales, ejemplos de nuestra incapacidad para su protección y rodeados de tierras desertificadas y baldías. Esa era la alternativa. Damos la bienvenida a la ley y al Plan.

Queda dicho. 

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