Cada vez menos

Pues sí, las cifras cantan: nuestros conquenses lares se van, poco a poco pero progresivamente, despoblándose. De 2011 a acá, según el INE, el Instituto Nacional de Estadística, nuestro censo provincial ha experimentado un descenso de casi veinticuatro mil habitantes –23.986 si quieren la cifra exacta–, es decir que nuestra población se ha reducido en casi un once por ciento que no es un porcentaje precisamente baladí.

Si además le añadimos el también más que significativo dato de que de esos 195.152 que según el padrón correspondiente al 1 de enero de este año por aquí vivimos –lo que nos deja con una densidad demográfica de tan sólo 11,30 habitantes por kilómetro cuadrado–casi uno de cada cuatro tienen o tenemos 65 años o más, pues ya me dirán…

Son cifras que nos recordaban estos mismos días los responsables de la Confederación de Empresarios de Cuenca para, a partir de ellas, urgir la necesidad de medidas efectivas para generar actividades que frenen un proceso que por desgracia ya se está haciendo prácticamente irreversible en algunas de nuestras localidades hasta tal punto que, según señalaba la propia Comisión de Lucha contra la Despoblación de CEOE CEPYME de Cuenca, casi un tercio de nuestros pueblos tiene menos de cien habitantes por lo que en realidad están diríamos que en riesgo de desaparecer.

No es, desde luego, ni un problema privativo de nuestra provincia –bien sabido es que afecta a extensas zonas de nuestro país, esas, rurales ellas, que también según el INE, y cuesta creerlo, pierden nada menos que cinco habitantes cada hora, y que hemos dado en llamar la España vacía o vaciada o despoblada– ni por supuesto de fácil solución, pero o lo afrontamos de una vez o ya me dirán ustedes.

No es por supuesto este comentarista un experto –como tampoco en tantos otros asuntos– en cómo abordar tan grave problema pero evidente sí le resulta la imperiosa necesidad de hacerlo mediante acciones que, alejadas de cualquier quizá por supuesto deseable pero imposible en la práctica anhelo utópico, se enfrenten a él dando por perdido lo que realmente sea irrecuperable, pero salvando lo que posible sea mediante acciones que a uno le parece que dependerían sobre todo– a lo largo del presente curso la Real Academia Conquense de Artes y Letras ofertó dentro de su programa de conferencias de los martes un par de clarificadoras charlas de expertos en el estudio del problema que a muchos de cuantos asistimos nos abrió bastante el entendimiento de tan ardua cuestión– de una correcta planificación estructural global tanto de medios como de objetivos, dando de lado medidas puntuales u ocasionales que a largo, o incluso hasta a corto plazo no dejarían de ser meras chapuzas lenitivas sin proyección real de solución de futuro.