Y ahora, ¿qué?

Breve, más que breve ha sido el paso por nuestra Semana de Música Religiosa de su último director artístico: apenas finalizada la Semana Santa saltaba la noticia de que quien –Daniel Broncano– ha marcado el programa y las directrices de su última edición deja su regia tras tan sólo un año a su frente para asumir la gerencia de la Orquesta de Córdoba. Más allá de las opiniones que su labor y sus personales aportaciones al frente de una de nuestras principales señas culturales haya podido merecer, no deja de causar cierta perplejidad una tan pronta despedida de una cita que el propio Broncano ha calificado, en bien recientes declaraciones, como “la oportunidad laboral de mayor alcance” que hasta la fecha habría tenido. Cierto es que en principio, tal como también él mismo ha precisado, el contrato que en su momento firmó iba tan sólo desde julio de 2021 al 30 –es decir, mañana–de este mes y que era no prorrogable por lo que para su continuidad se habría tenido que formalizar otro, mas dudo que nadie, al menos quienes no estábamos en los intríngulis de la cuestión, nos esperáramos un tan pronto adiós, pero lo cierto es que se ha producido aunque, también según sus declaraciones, hubiera habido conversaciones con el Patronato del Festival –hay que suponer que cara a un nuevo acuerdo para su continuidad– pero que evidentemente no han llegado a buen puerto quizá por la que ha calificado de “cierta incertidumbre” que habría existido; una incertidumbre que, al presentársele la oportunidad de ser gerente de la citada agrupación orquestal andaluza le habría decidido a aceptarla. Un adiós que deja en el aire la próxima edición de la Semana y el si se traducirán o no en realidades esos “compromisos de altísimo valor” con orquestas y grupos que también ha indicado que, cumpliendo con los términos de su finiquitado contrato, habría ya cerrado cara a esa su nueva convocatoria. Desde luego, sea por lo que sea que se haya producido la no renovación de Broncano, lo que urge, y vaya cómo, es que el Patronato seleccione y contrate, pero que ya y con todo cuidado, nuevo rector para la que, cual quedó dicho, es una de las enseñas históricas de esa nuestra tan cacareada y no siempre traducida en hechos, condición de ciudad cultural. Un Festival que en sus mejores épocas marcaba impronta en la agenda melómana hispana e incluso internacional durante esas fechas de o en torno a la Semana Santa; un Festival –con ya cincuenta y nueve convocatorias a sus espaldas– que con su continuada política de encargos entró en la propia historia de la música hispana al haber dado pie, con su política de encargos, a buena parte de la propia composición musical contemporánea de nuestro país y que, merced a sus programaciones, tanto por su diferenciada oferta como por la calidad de quienes las interpretaban, tenía presencia anual relevante en los principales medios de comunicación tanto especializados como generalistas; una relevancia que, apoyada en esas mismas bazas de interés y calidad, es obligada responsabilidad de todos, pero especialmente, claro, de sus promotores oficiales, recuperar e incluso –¿por qué no?– potenciar. Ni un día, ni una hora más deben retrasar el ponerse a ello.