Adiós a una gran persona
Una parroquia como la del barrio de Las Quinientas, el barrio de San José Obrero, no podía tener mejor párroco que Constantino Carrasco, cuyo fallecimiento nos ha sorprendido tristemente. El mismo sábado, horas antes de su ingreso en el hospital, tuve la oportunidad de cruzar unas palabras con él, y fueron tan cordiales y tan llenas de buen ánimo, como siempre lo han sido, durante estos años en los que he sido, y sigo siendo, vecino.
Las Quinientas fueron toda su vida, y en Las Quinientas era respetado pero, sobre todo, querido, y así me consta. Su apostolado consistía en conocer los problemas de sus parroquianos, ayudar y recabar ayudas, ofrecer consuelo y compañía y, por supuesto, tratar de que la Palabra de Dios cayera como refugio y no como imposición. Estaba con los pobres, entre los pobres, y sabía ser a la vez firme y dialogante en su defensa.
Conocía perfectamente a su ciudad, estaba al tanto de lo que sucedía en ella, pero también de lo que ocurría en la región, y en el mundo. Sabía convertir una diferencia de opinión en un agradable intercambio de pareceres, y sabía hablar a la persona que tenía delante atravesando con tranquilidad los cargos, ropajes o sambenitos que portara.
Cuando pudimos colaborar, lo hicimos. Su puerta y la mía estuvieron siempre abiertas y a partir de ahora sé que echaremos de menos su figura, que se irá acrecentando en el recuerdo de todo el barrio según lo vayamos echando de menos.
Don Constan se ha marchado sin ruido y seguro que con la conciencia tranquila. Despedimos con pena a una buena persona. Mi más sentido pésame a sus familiares, a sus amigos y a todo el barrio. Descanse en Paz.