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“La vida siempre sorprende por su ritmo y armonía”

Entrevistamos al músico, profesor y director de la Escuela Municipal de Música de Cuenca para adentrarnos en su faceta como compositor de bandas sonoras
“La vida siempre sorprende por su ritmo y armonía”
Fotos:G.D
10/02/2020 - Gorka Díez

El actual director de la Escuela de Música y Artes Escénicas Ismael Martínez Marín, Pablo Pedro Morante Calleja (Cuenca, 1968), tiene una amplia trayectoria como docente y director de, entre otras agrupaciones, el Coro del Conservatorio de Cuenca, la Orquesta Sinfónica de Cuenca o The Jazz Band. Pero es también un prolífico compositor. “La composición para mí no es un medio, sino un fin: siempre me he sentido creador”, dice este titulado superior en Composición,

Armonía, Contrapunto, Fuga, Instrumentación y Dirección de Orquesta, autor, de 1995 a esta parte, de más de un centenar de piezas para orquesta y coro, piano, agrupaciones varias, publicidad, cortos o películas. Este último es el caso de la banda sonora de Rocambola, el nuevo filme de Juanra Fernández, para quien ya trabajó en De púrpura y escarlata, una experiencia que, unida a su participación en más de media docena de cortometrajes, le ha permitido adentrarse en la que, junto a la música, es su gran pasión, pues hace hincapié en que, desde hace más de treinta años, no hay viernes que no falte a su cita con la gran pantalla. “Cuando aquí en Cuenca solo estaba el Cine Xúcar y se proyectaba solo un filme cada dos meses, me tenía que ir a Madrid a ver mi película, porque lo necesitaba”.

¿Cómo se compone una banda sonora?

Primero hay que hacer un estudio del guion, interpretarlo. Los hay con tramas principales, secundarias, con curvas de tensión o no. También hay que hablar con el director, preguntarle cosas, analizar los personajes. Saber si quiere una música de ambiente o en profundidad, como en Rocambola. Después empiezo a hacer mis esbozos musicales, muchos de los cuales no sirven, porque a veces me imagino ciertas cosas que luego en la película no salen así. Siempre que puedo acudo a la filmación y veo cómo se rueda, qué se le pide al actor, a la actriz, al conjunto, y saco mis conclusiones y apunto notas en mi cuaderno. Hablo con los actores, les pregunto qué es para ellos su personaje, su carácter… Son muchos datos que hay que coger y resumir para intentar que la música apoye al largometraje en todo momento reflejando los distintos mundos subjetivos.

¿Prima lo cerebral sobre la inspiración?

Todo importa. Hoy me he desvelado y a las seis menos cuarto de la mañana estaba desayunando y me ha venido la “inspiración” (ríe), eso que Picasso no sabía lo que era pero pedía que le pillara trabajando. De repente surge una melodía, un tema, un motivo con el que puedes trabajar ciertas técnicas y hacer muchas cosas. Entonces he cogido el ordenador, puesto el secuenciador y grabado con el piano. Recuerdo que hace muchos años compuse una nana para mi hijo nada más sentarme al piano y hacer el movimiento de la cuna: no tardaría ni media hora. Pero hay veces que puedes estar mucho tiempo con una composición. Y esto es algo que también conlleva un proceso muy matemático, como cualquier otro trabajo. Podríamos decir que todo prima en la creación.

Hace ya varias semanas tuvo lugar en Cuenca el preestreno de Rocambola. ¿Qué le ha parecido el filme?

La versión final de la película no la había visto y puedo decir que estoy satisfecho con el resultado. Con respecto a la música, tiene una duración de 71 minutos de los 84 que tiene el largo, además de dos canciones con una duración de cuatro minutos que no son mías, pero que director y yo decidimos agregarlas a la B.S.O. El guion tiene posibilidades, con variedad de escenas y una historia que contar. La dirección de fotografía es impresionante y el trabajo de los actores, excelente. Esta película es un thriller y a mí me va muy bien este género... Luego a mí me ayudó tener al director tan a mano, pues no es lo mismo que si estuviera en Nueva York: teníamos cosas que resolver, situaciones que hablar, manteniendo como siempre una relación creativa estrecha con buen resultado para los dos…

¿Qué instrumentos ha utilizado para la banda sonora?

Están el piano, los órganos, la viola, el violín, percusión y otros sonidos sintetizados. También grabo con mi voz y la sintetizo, obteniendo unos sonidos distorsionados, comprimidos, para que parezcan un instrumento: al escucharlo, hay que estar muy pendientes para saber que es un sonido vocal.

En algún momento del filme la música adquiere mucho protagonismo...

Yo creo que tiene el protagonismo justo, está muy equilibrada, sin estorbar. Así me lo ha comentado gente de muchísima confianza. Es además una música muy variada, partes con mucho ritmo, muchas percusiones, y otra trabajando texturas, atmósferas. La composición de Saeta, un piano que suena y deja ciertas armonías “misteriosas”, se queda en cuanto se oye, pero, en cambio, en el desayuno hay una textura que solo marca actitudes entre Saeta, Dante e Ingrid (los personajes principales de Rocambola). Una música no puede tener más presencia que la acción, pero tampoco puede sonar sin que te diga algo, pasar desapercibida. Su deber es complementar, reforzar, dar ritmo o parar ritmo y para ello tiene que haber un equilibrio, integrarse bien con los diálogos y los efectos, formando un todo.

“La vida siempre sorprende por su ritmo y armonía”

La música es importantísima dentro de las películas...

Sí, un filme puede cambiar totalmente en función de la música. Esta es vital en el 95 por ciento de las producciones cinematográficas, pero en algunos ámbitos no se valora convenientemente, sobre todo en España. Hay muchos ejemplos en el cine y muy gráficos donde la banda sonora original es insustituible. Siempre recuerdo, entre otras, Cinema Paradiso: si quitas la música original de la película, la matas.

¿Cree que tiene un sello personal como compositor?

He estrenado muchas obras con el Coro del Conservatorio y con otras agrupaciones y, sin decirles que es mía, me dicen que suena como lo que hago yo. Hace muchos años me inventé una técnica que llamé abstracción fónica, que consiste en plantear una música determinada y que varío en todos sus parámetros timbre, del ritmo, estructura, hasta llegar a una difusión total sin perder su esencia. Normalmente me gusta mucho la disonancia, pero bien tratada, aunque esto no es un sello personal sino un procedimiento. De todas formas, soy una persona a la que no le gusta ser especialista al mil por mil de una cosa concreta, sino controlar y dominar muchas facetas. Dentro de la composición hay música ligera, clásica, audiovisuales de muchos tipos, y cada uno tiene su técnica y sus cosas. Ahora tengo un proyecto impresionante que me fascina, un corto para el que hay que condensar todas las ideas en un solo minuto. Me gusta sentarme en mi mesa de trabajo con mis sintetizadores, mi piano, mis teclados, y otros instrumentos, ahora con un teclado que es de látex…

"Una música no puede tener más presencia en un filme que la acción, pero tampoco pasar desapercibida"

¿Ha contado el número de composiciones que lleva realizadas? Porque tendrá más de un centenar...

He sido un desastre como organizador, porque he tenido composiciones que he metido en el cajón sin haberlas registrado y de las que me he olvidado. Hace un par de años intenté ver todo lo que tenía a mano y computé 108 obras de composición para música de cámara, orquesta, coro, orquesta y coro, una ópera, cuatro poemas sinfónicos, dos de variaciones, abstracciones… Luego están las composiciones para el audiovisual. Y algunos boleros, tangos y baladas con los que soy muy celoso: los canto yo y me los guardo para mí y mis amigos.

Dentro de la composición, como en tantos otros oficios, también hay mucho intrusismo...

Sí. Hoy en día se le llama compositor a cualquiera que hace una canción, director a cualquiera que dirige, escritor al que escribe algo, pintor a cualquiera que pinta, pero esto no funciona así. Hay gente con mucho talento que hace cosas muy interesantes, claro está, pero ese talento debe estar apoyado totalmente por una sólida formación. Yo puedo hacer una foto bonita, pero no soy fotógrafo, no voy a sacarle alma, no tengo formación en esto. En una composición ocurre lo mismo: hace falta una grandísima formación.

Desde que empiezas en el Conservatorio medio hasta terminar el superior son 16 años de estudios. Si quieres ser músico tienes que tomar la decisión pronto. Al pasar por el conservatorio medio, profesional y superior adquieres un conocimiento de todo lo que se ha hecho a lo largo de la historia, de las nuevas tendencias... Y no termina ahí: luego te tienes que seguir formando en cursos de composición, nuevas técnicas de manejo de programas informáticos y mucho más, porque un compositor de música también tiene que tener grandes conocimientos de literatura, teatro, historia, política, actualidad…

¿Y es posible vivir solo de la composición?

Por desgracia, no se puede. No solo en España, sino en muchísimos sitios: no te da para llegar a fin de mes. A lo mejor haces un estreno y, por poner una barbaridad, te pagan 3.000 euros, pero normalmente hacemos muy pocos estrenos. Hay gente que sí puede vivir de la composición, pero muy muy pocos. Ahora bien, haces reguetón u otras músicas “actuales” y te pagan 250.000 veces más por una música simplona, en la mayoría de los casos sin contenido, que se canta con la nariz o con las cejas, no con la voz, porque eso, aunque esté muy de moda, no es cantar (ríe).

¿Tiene su composición preferida? ¿O todavía está pendiente de aparecer esa canción perfecta que ansían casi todos los músicos?

He escrito mucha música y también obras basadas en experiencias de mi vida, sobre todo escritas y dedicadas a mi hijo Pablo, que es un fenómeno, a mi padre, que fue un gran referente en mi vida, y a muchas personas muy importantes para mí. Pero siento que todavía tengo muchas cosas que decir en el pentagrama, que la vida siempre te sorprende por su ritmo, su armonía, su contrapunto, su pasión, amor y tristeza. Creo que esa música no ha llegado, pero llegará, en esta vida o en la otra…