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"Trabajar con personas en situación de dependencia es duro pero vale la pena"

Las ganas de cumplir su sueño de ser docente han llevado a la conquense Raquel Villar Puerta a lograr el Premio Extraordinario de FP a sus 55 años
"Trabajar con personas en situación de dependencia es duro pero vale la pena"
Foto: Paula Montero
01/05/2023 - Paula Montero

Su tesón, esfuerzo, trabajo constante y ganas de luchar por sus sueños han llevado a Raquel Villar Puerta (Cuenca, 1967) a lograr el Premio Extraordinario de Formación Profesional que cada año otorga la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Un reconocimiento que viene a poner en valor el impecable expediente de esta alumna del Grado Medio de Atención a Personas en Situación de Dependencia del IES Santiago Grisolía de la capital conquense. 

Sin embargo, para Raquel significa mucho más pues, empezar un grado formativo cuanto tenía 53 años, con todo lo que ello supone, tiene un gran mérito, aunque reconoce que nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo de su familia. En especial de Julián, Raquel y Patricia, su marido y dos hijas.

En su juventud nunca fue buena estudiante, pero siempre había tenido claro que quería estudiar magisterio o lo que por aquel entonces se conocía como Asistente Social. Finalmente decidió apostar por la primera opción y descubrió en la enseñanza una profesión que “me encantaba”. Quería ser maestra, lo tenía muy claro, pero la necesidad de ayudar a su padre en el negocio familiar truncó su futuro en las aulas. “Nunca me gustó mi trabajo”, señala. A pesar de ello, ese cambio de rumbo le permitió cuidar de sus hijas y guiarlas en su educación hasta que cumplieron la mayoría de edad. Y es ahora, tres décadas después, cuando Raquel y Patricia le han devuelto ese cariño y dedicación a su madre. “Son ellas las que me matricularon en el Grado Medio”, revela emocionada. Respaldada por su familia, ha vuelto a tomar las riendas de su vida para luchar por aquello que le apasiona y “el premio demuestra que sirvo para algo más que para heredar un negocio porque la gente cree que te lo dan todo hecho, aunque no sea así”, explica. 

Su valía ha quedado plasmada en su inmejorable expediente, aunque también se ve reflejada en las ofertas de trabajo que ha recibido. Y es que, desde que terminó sus estudios de Formación Profesional no ha dejado de trabajar en diferentes Centros de Atención a Personas con Discapacidad Intelectual Grave (CADIG) como el Crisol y en asociaciones conquenses como Afyedalcu, que atiende a enfermos de Alzheimer. Es en estos colectivos donde además de realizar labores asistenciales ha podido poner en práctica, en la medida de lo posible, sus conocimientos educativos, uniendo así las dos ramas profesionales con las que se siente identificada desde hace años. “Me gusta ayudar a los mayores, a los discapacitados, a los niños... y más aún si además puedo enseñarles algo. Me involucro mucho para conseguirlo”, cuenta. 

Eso sí, “trabajar atendiendo a personas en situación de dependencia es duro a veces, pero vale la pena por todo el cariño que recibes”, narra. Y es que, para ella, eso es lo más importante, dar y recibir cariño porque “las personas lo notan”. Al fin y al cabo, a todos nos gusta sentir que nos tratan con amor y “este trabajo es fundamental”, apostilla.

Por ello, cree que “esta rama profesional merece ser puesta en valor porque todos, el día de mañana, podemos ser dependientes y es necesario apreciar el valor de nuestra labor”, recalca. 

Con todo, está claro que Raquel Villar Puerta es un claro ejemplo de superación porque ha conseguido dar un giro de 180 grados a su vida, encontrar un trabajo que le apasiona y además, mantiene la esperanza de en un futuro próximo estar rodeada de niños y niñas en un aula. 


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