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“Si fuéramos más como niños, no seríamos tan fáciles de dominar”

La cantautora asturiana triunfa con la música tras estudiar Bellas Artes en Cuenca
“Si fuéramos más como niños, no seríamos tan fáciles de dominar”
26/12/2019 - Gorka Díez

"Vale más hacerlo despacio”, canta Lorena Álvarez en una de sus canciones de su reciente segundo álbum, Colección de canciones sencillas (El Segell, 2019). Son siete años los que han pasado desde que esta cantante asturiana que estudió Bellas Artes en la Facultad de Cuenca debutara con el sorprendente Anónimo (2012), donde daba una vuelta a la canción folclórica tradicional con un marcado punto de ironía, ingenuidad y gracia. Siete años que en realidad no son nada si uno intenta tomarse la composición, y la vida, con cierta calma.

Han pasado siete años entre disco y disco. Entiendo que el proceso de creación exige su tiempo si uno quiere que salga natural y estar contento con el resultado…

Sin duda, mi primer compromiso con el trabajo que hago es darle el tiempo que necesite para llegar a ser lo que tenga que ser, y, en el caso de este disco, ha sido un proceso largo, solitario y de reflexión, de dejar pasar el tiempo para intentar entender las cosas que me estaban pasando y encontrar la manera de cantarlas.

Es un disco para escuchar con tranquilidad en estos tiempos de nuevas tecnologías y consumo rápido en el que todo pasa, como dices en una de tus canciones, “con la rapidez de un rayo”…

Desde luego que no es un disco que te va a enganchar si escuchas diez segundos de una canción en un anuncio en Spotify, sino un disco que, si es que tiene algún mensaje que dar, este se desvela si te sientas a escucharlo tranquilamente al anochecer, mientras te tomas un vasito de vino y te predispones a viajar por el mundo que propone.

Aunque hay bastante ironía, en las primeras escuchas sorprende la melancolía, la tristeza y el intimismo de muchas de las canciones frente al carácter más folclórico y gracioso de tu primer disco…

Sí, como me dijo mi padre, “este disco es menos bailable que los otros”…

Es también un disco muy familiar, con canciones con referencias a tu abuela (La nube, Los eclipses), tu padre y tu abuelo (La huerta de mi padre), tus padres y amigos (Nana Mapamundi)...

Bueno, la temática del disco es la misma que abordo siempre: el mundo que tengo alrededor, lo que alcanzo a vislumbrar desde mi lugar. Un intento de darle el valor que yo creo que tienen a las cosas más pequeñas que me rodean.

Hay dos baladas que se parecen un poco pero muy bonitas: Debajo de este olivo y Aborrezco lo que adoro

De la primera tengo poco que decir, son solo pensamientos que tuve una tarde sentada debajo de un olivo. Y, sobre Aborrezco lo que adoro, tiene una parte de la letra que está adaptada de unos tangos flamencos populares. La última estrofa son unas alegrías que cantaron tanto Camarón como Morente. Me acordé de esa letrilla (“A dibujar esa rosa / ayúdame compañero / que estoy solita y no puedo / dibujarla tan hermosa”) en un momento en el que no sabía cómo seguir mi canción y me pareció un broche de oro. Venía hablando de la desidia que se siente a veces, de los momentos en los que cuesta encontrarle el sentido a las cosas, y esta letrilla me dio la solución: salirse de uno mismo y contar con los demás.

“Si fuéramos más como niños, no seríamos tan fáciles de dominar”

Soy un olmo tiene algo de canción infantil, a lo Gloria Fuertes, como también Persona (“podría tener rabo, podría tener alas / podría haber vivido en una casa / y tener mi hogar en una charca”) y, en menor medida, Envidia. No sé si crees que son canciones que pueden llegar a los niños y/o que dan rienda suelta a la niña que llevas dentro…

En general creo que todas las canciones que compongo son aptas para los niños y lo hago adrede. Hay gran cantidad de adultos que se comportan como adolescentes y eso hoy en día está muy bien visto: en la publicidad, en la música, en las redes, prima la actitud adolescente, la juventud: es lo que se vende y lo que todo el mundo quiere. Pero a mi personalmente me parece mucho más revolucionario, siendo adulto, volver a la niñez: si los adultos nos comportásemos más como niños, no seríamos tan fáciles de dominar, ni nos pasaríamos el día comprando.

Aunque el disco haya tardado siete años en salir, entre medias publicaste el EP Dinamita (2014) y has colaborado para Soleá Morente con canciones como la pegadiza Baila conmigo. ¿Cómo surgió?

Surgió porque Alonso Díaz y Soleá me pidieron ayuda en un momento dado, nos pusimos a hablar sobre el tema de la canción, se nos ocurrió la idea y, después, solo hubo que escribirla y darle vueltas hasta que nos quedamos contentos.

Aparecer con esta canción en la última película de Jonás Trueba, La virgen de agosto, con la importancia que el director da a la música en sus filmes, te habrá hecho ilusión…

Si, claro, pero más que por el hecho de salir en la pantalla, que no es lo mío para nada, por el hecho de haber conocido a Jonás y a su equipo y ver cómo trabajan, y poder charlar con él y compartir inquietudes, en fin, por entablar una relación, que esa es para mí la finalidad de una colaboración.

Estudiaste el grado de Bellas Artes en Cuenca. ¿Cómo se decide una asturiana a venirse hasta aquí, con la distancia que hay?

Pues no lo recuerdo muy bien porque fue hace mucho tiempo, y ya se sabe que los cerebros van borrando algunas cosas para dejar espacio a otras nuevas, pero creo recordar que alguien me habló de la Facultad de Bellas Artes de Cuenca y debió de decirme algo que me hizo gracia… Por otra parte, fue la única universidad en la que me aceptaron…

Aunque ahora te dediques a la música, lo aprendido no habrá caído en saco roto: ahí están tus dibujos incluidos en la pequeña carpeta que contiene las letras del disco...

Si, en cada proyecto que comienzo voy rebuscando en mi archivo de aprendizajes recopilados durante todos esto años y los voy aplicando. Claro que en muchas ocasiones me encuentro ante situaciones que no sé cómo solucionar y hay que aprender sobre la marcha, por necesidad.