"La satisfacción más grande es ver que lo han pasado bien, han aprendido y repiten"

En el corazón de la Serranía conquense, donde la naturaleza y la tranquilidad se mezclan con los pinos y la fauna, se encuentra el albergue de Fuente de las Tablas, un lugar por el que han pasado miles de personas en los últimos 24 años. Campamentos de verano, deportistas o grupos de congresistas son algunos perfiles que han pasado por este rincón serrano.
En el centro de todo ello ha estado, y lo sigue estando, César Gómez Bachiller (Uña, 1961), una figura constante que durante estos 24 años ha llevado la gestión del emblemático espacio propiedad de la Diputación de Cuenca.
“Prácticamente vivo aquí”, comenta entre risas César, que se ha convertido en el padre de un engranaje que hace posible el disfrute de niños, jóvenes, mayores y jubilados los 365 días del año.
Durante todo este tiempo su figura ha permanecido inalterable, incluso guando la gestión del albergue ha ido pasando por diferentes empresas, convirtiéndose en el guardián de Fuente de las Tablas y no ve ya su labor como un trabajo, “sino como una vocación”.
Y es que, desde que cruzó sus puertas el primer niño en el verano de 2003 hasta el último grupo que llega hoy en día, ahí ha estado César al pie del cañón, gestionando todo lo necesario para que cada persona que ha subido hasta este rincón de la Serranía conquense se llevase el mejor de los recuerdos posibles.
“La satisfacción más grande es ver que se lo han pasado bien, que han aprendido y, con el tiempo, repiten su visita”, subraya el encargado del albergue, quien asegura que desarrollar su labor a veces no es tarea fácil.
Con el tiempo las instalaciones se deterioran, y las condiciones meteorológicas no siempre acompañan, pero gracias a su implicación y al equipo que le rodea, que en gran parte es de la comarca serrana, todo se conserva “de maravilla”.
Pero más allá de sus funciones como gerente, César ha sido mucho más: cuidador, improvisado bombero, rescatista y hasta centinela. Recuerda con humor y cierto asombro algunos de los grupos más peculiares que han pasado por allí: desde practicantes de esgrima medieval, con sus armaduras y combates, hasta colectivos espirituales de lo más variopinto.
Sin embargo, también ha vivido momentos críticos: desde incendios forestales que obligaron a evacuar a niños en plena noche, hasta accidentes con visitantes que necesitaron la intervención de un helicóptero. “Una vez tuve que pasar la noche entera con un grupo de discapacitados mientras ardía el monte a pocos metros del albergue”, recuerda el gerente.
Además, durante el temporal Filomena, por ejemplo, un trabajador quedó aislado durante tres días, y tuvo que ser rescatado con un todoterreno. Entonces, como tantas otras veces, fue César quien se quedó solo, velando por el lugar. “Aquí siempre tiene que haber una persona, haya gente alojada o no”, explica. Y esa persona, casi siempre, ha sido él.
César Gómez Bachiller sigue, y seguirá recorriendo los pasillos, supervisando, ayudando, sonriendo a todo el que se encuentra por el entorno de Fuente de las Tablas.