“Cuando los Habichuela nos subimos al escenario, siempre montamos una fiesta”
A sus 60 años, Antonio Carmona sigue siendo pura inquietud, energía y flamenco de alma abierta. Con el carisma intacto y una carrera que abarca casi cinco décadas (desde sus inicios con Ketama hasta su sólida etapa en solitario), el artista se prepara para un concierto muy especial en el Auditorio José Luis Perales de Cuenca. No estará solo en el escenario, se subirá junto a su familia: compartirá música y sangre con sus hijas, primos y sobrinos en un espectáculo donde la familia Habichuela se convierte en sinónimo de fiesta, mestizaje y emoción, tal y como destaca el artista en esta entrevista con Las Noticias de Cuenca. La cita será el sábado 22 de noviembre en el principal recinto escénico de la capital a partir de las nueve de la noche.
¿Qué se va a encontrar el espectador que acuda a verle?
Somos una banda grande, nueve músicos sobre el escenario, y la mayoría son familia: mis primos, mis sobrinos... Es todo muy familiar. Para nosotros cada concierto es una fiesta, no un trabajo. Nos subimos al escenario a divertirnos, a compartir la energía con el público. El repertorio es un viaje por mis canciones más conocidas: Vente pa’ Madrid, Agustito, Problema, Vengo venenoso, Para que tú no llores... Casi todos mis éxitos, tanto en solitario como con Ketama. Llevo ya casi siete años con este show y estoy feliz con él.
¿Qué aporta esa presencia familiar al directo?
Nosotros somos una cadena: vamos tirando unos de otros. Yo empecé como percusionista, con doce años, con mi tío Pepe Habichuela, que me enseñaba los ritmos flamencos. Y ahora, por ejemplo, mi sobrino Juan lleva casi veinte años conmigo, hemos girado por todo el mundo. Es una forma de mantener viva la saga de los Habichuela y ayudarnos entre todos.
¿Y sus hijas también participan en el espectáculo?
Sí, mis hijas Lucía y Marina también cantan. Cada una tiene su propio disco y, por eso, les doy su espacio en el concierto. A veces Marina canta en francés, viene de estudiar en el liceo francés, así que imagínate la mezcla. También está mi primo Carlos Carmona, guitarrista, que por un lado es Habichuela y por el otro es nieto del Pescaílla. Son músicos increíbles y yo disfruto mucho dándoles su lugar en el escenario. Todo ello en la hora y media larga que dura el show.
Es uno de los pocos artistas capaces de conectar con tres generaciones a la vez. ¿Cómo se trabaja eso en un directo?
Han pasado casi cincuenta años desde la primera vez que me subí a un escenario. La gente que me sigue viene de muchas generaciones: hay quien me conoció con Ketama, quien creció con mis canciones y quien ahora me descubre por sus padres o abuelos. Eso es precioso. Me dicen mucho: “Antonio, yo me he criado con tu música”. Y lo bonito es que esas canciones siguen vivas en la gente.
¿Qué temas no pueden faltar en un concierto de Antonio Carmona?
Rescato los temas más representativos de mis tres discos. Del primero, Vengo venenoso, recuperamos Para que tú no llores o Vengo venenoso. De Obras son amores, también varios temas. Hago una versión a piano de Aquellas pequeñas cosas de Serrat y canto con mi hija Marina una canción muy especial que grabé con un músico del norte de Europa que toca la flauta de pan. Es un concierto para bailar, para emocionarse y salir con una sonrisa.
¿Qué nos puedes contar de su próximo disco ‘Interminable’?
Está terminado y saldrá, si todo va bien, en febrero. Son diez canciones nuevas. Es un disco con alma moderna, pero con ese punto añejo y Habichuela que llevo dentro. A mis 60 años sigo siendo inquieto, me gusta probar instrumentos nuevos y no tengo miedo a las melodías ni a las producciones. Va a sorprender, ya verás.

En este nuevo trabajo se atreve incluso con el francés y con el rap…
Sí, colaboro con unos raperos franceses que me encantan, se llaman Bigflo et Oli. Son jóvenes, muy talentosos, y hemos hecho un tema muy bonito juntos. Siempre me ha atraído mucho el rap francés; tiene una fuerza y una poesía muy especial. El disco saldrá principalmente en plataformas digitales, pero me gustaría sacar también vinilos. Ya casi no se venden discos, pero hay gente que los quiere tener, como yo, que tengo una colección enorme y sigo disfrutando del sonido del vinilo.
Más de dos millones de oyentes mensuales en Spotify. ¿Cómo vive esa presencia digital después de tantos años de carrera?
Es una maravilla que existan esas plataformas porque tu música se globaliza. Me escucha gente de Brasil, de América, de Europa… Es bonito ver que mi trabajo llega a tantos sitios. Y sí, cuando ves las cifras, piensas “¡madre mía, todavía hay mucha gente escuchándome!”. Es un orgullo enorme. Intento cuidar a ese público y sorprenderlo siempre con algo nuevo.
Ketama marcó una época y revolucionó el flamenco fusión. ¿Qué aprendizaje te acompaña todavía de aquella etapa?
La fatiga. Pasar fatigas te da talento. Recuerdo cuando llegamos a Londres con Ketama sin dinero ni para comer, y tuvimos que tocar en un tablao para poder cenar. Esas experiencias te hacen fuerte y te enseñan a sobrevivir. De ahí salen las canciones bonitas, de la necesidad, del esfuerzo. Eso te forma como artista y como persona.
Lleva casi veinte años en solitario y sigue explorando nuevos sonidos. ¿Qué le impulsa a seguir?
Soy muy inquieto. Me gusta tocar con músicos de todo el mundo, aprender, mezclar estilos. Estuve tocando hace poco con Axel, un artista argentino, y con una banda latina espectacular. Me muevo mucho porque no quiero quedarme quieto. Y en el escenario el tiempo transcurre de otra manera, es mi lugar natural.
Hace años que no le vemos en Cuenca. ¿Qué espera del público esta vez?
La última vez que estuve fue con Ketama, y me hace mucha ilusión volver. Actuar en un auditorio que lleva el nombre de José Luis Perales es un honor; fue mi vecino y lo admiro muchísimo. Me ha apasionado siempre su manera de escribir, su talento, su música, su manera de expresar y es uno de los artistas más grandes que tenemos en el país. Luego, el público de Cuenca es cálido, disfruta, baila, y eso me encanta. Creo que vamos a tener una buena fiesta.
Para terminar, ¿qué le diría a quien todavía duda si ir o no al Auditorio el 22 de noviembre?
Que venga. Lo que van a ver es una fiesta sobre el escenario. Canciones como Vente pa’ Madrid, No estamos locos, Problemas… forman parte de la banda sonora de todos. Será una noche para cantar, bailar y disfrutar juntos.