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“La rehabilitación me ha cambiado la vida por completo”

#DíaMundialsinAlcohol. Carlos Moreno pasó de un consumo social al infierno diario, desde 2024 lucha por recuperar su vida con la ayuda de la asociación Ataraf
“La rehabilitación me ha cambiado la vida por completo”
Carlos Moreno junto a su mujer en el exterior de la sede de Ataraf en Tarancón. Foto: Rubén Marco
15/11/2025 - Rubén M. Checa

A Carlos moreno López (Tarancón, 1987) le temblaba la voz cuando pidió ayuda por primera vez. “La necesito porque yo solo no puedo salir de esto”, reconoce. Y aquella frase, pronunciada un diez de marzo de 2024 en la sede de la asociación taranconera Ataraf supuso un antes y un después en una trayectoria de vida marcada por casi dos décadas de consumo de alcohol y drogas casi diario.

 Carlos comenzó como tantos jóvenes lo hace, a los 17 años. El alcohol era parte de su vida adolescente, una diversión compartida, pero poco a poco se abrió una puerta que le llevó a algo más oscuro. Y es que, como reconoce, “el alcohol fue la puerta hacia otras drogas, en mi caso la cocaína”. Con el tiempo, el consumo recreativo se convirtió en una dependencia diaria, “y en cantidades elevadas”, admite.

Durante esta larga etapa, fue empresario, dirigía su propia compañía y tenía a trabajadores contratados. “Siendo autónomo siempre tienes problemas, y yo para taparlos me resguardaba en el alcohol”, confiesa. Y si bien es cierto que en horas de trabajo nunca probaba ni un trago, cuando salía se refugiaba en el bar: “Siete u ocho cervezas era fácil, y luego copas… Siempre había una excusa para consumir”.

Pero el alcohol no solo le afectó a él. “Empecé a tratar mal a mi familia psicológicamente hablando, porque a la gente que quieres es a la que peor tratas”, reconoce con dolo Carlos, quien detalla emocionado que toda la situación estalló cuando su mujer, agotada, le dio un ultimátum y le puso los puntos sobre las ies.

“Me dijo que se iba de casa, y se fue. Estuve dos días solo, y ahí abrí los ojos”, recuerda con la voz entrecortada, siendo ese el momento en el que un familiar le habló sobre la existencia de la Asociación Taranconera de Adictos Rehabilitados o en Rehabilitación y Familiares (Ataraf), y le aconsejó ir a pedir ayuda.

Tras un primer contacto con la asociación, el 14 de marzo de 2024 fue la fecha en la que comenzó formalmente la rehabilitación, y desde entonces Carlos no ha vuelto a consumir. “La asociación me ha cambiado la vida”, afirma con rotundidad. “Físicamente me siento sano, mentalmente estoy muy buen, vivo de otra manera”, relata.

Carlos insiste en que la adicción no desaparece, porque esta es una enfermedad de salud mental que llevará toda la vida. “No es que no deba beber, sino que no puedo”, subraya, comparando su proceso con el de una persona diabética: “igual que su tratamiento es de por vida, el mío también”.

Hoy, año y medio después de iniciar su rehabilitación, no solo se mantiene alejado del consumo, sino que también está ayudando a otros en este camino. “Llevo ya unos meses moderando grupos de ayuda mutua en Ataraf”, explica con orgullo, y tanto es así que incluso ha completado un máster en la UNED sobre adicciones para comprender mejor lo que vivió. “Le cogí el gustillo al aprendizaje y a la rehabilitación”, sonríe. “Aquí vienes roto, muy mal psicológicamente hablando, y poder ayudar a otros como me ayudaron a mí, es simplemente maravilloso”.

A los lectores que estén leyendo estas líneas, Carlos les lanza un mensaje claro: “esto no tiene edad, le puede pasar a cualquiera”, y pide especial atención a los jóvenes y a los primeros consumos. “El alcohol está normalizado, no le damos importancia, pero se nos va de las manos más fácil de lo que creemos”, señala. Además, tampoco importa la clase social. “Da igual ser rico o pobre, listo o tonto, esta enfermedad no mira el estatus”, subraya.

Por eso, insiste en la necesidad de pedir ayuda y de romper el estigma social. “Es estas enfermedades no puedes salir tú solo”, afirma con la experiencia que lleva a sus espaldas, agradeciendo de este modo la labor de la asociación: “nunca tendrá palabras para agradecerle todo el trabajo”.

Y se despide deseando que su testimonio pueda servir a alguien, y si con la lectura de esta entrevista se sienten identificados, “que no duden en llamarnos, en venir a Ataraf, ya que le echaremos una mano para conseguir salir”.