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"Me enganchó su particularidad y empecé a practicarlo con muy buenos resultados”

Tras convertirse en una pieza fundamental del rugby, se pasó a la orientación en bici, sumando dos podios nacionales en la Liga MTBO
Foto: Saúl García
19/12/2020 - Mario Gómez

La afición de Pedro Almagro ‘Pantxo’ (Cuenca, 1979) al deporte es algo que siempre ha crecido de la mano con la pasión de este conquense. El arraigo por su ciudad, que considera “la mejor del mundo para vivir”, siempre lo ha llevado a ser el reflejo de un emplazamiento natural único, que era conocido mucho antes de que los famosos escaladores de los Hermanos Pou etiquetaran Cuenca como la “mayor escuela de escalada al aire libre de Europa”.

Almagro siempre ha sido amante de actividades como el senderismo o la escalada, pero desde su juventud se desarrolló en las categorías inferiores del Club Rugby Cuenca 90. Así, cuenta que con “apenas 13 ó 14 años entrenábamos en La Fuensanta”, en un grupo de jóvenes amantes del balón ovalado en el que había desde jugadores en etapa infantil hasta juvenil “porque no había mucha gente que practicase entonces el rugby en Cuenca”.

El salto a su etapa universitaria en Madrid fue el estallido para su desarrollo como jugador de rugby. ‘Pantxo’ recuerda comenzar afiliándose a los equipos universitarios “como el C.R. Geológicas, lo que pasa es que, cuando ya tenías cierto nivel, la gente lo que hacía era federarse en las ligas madrileñas”. De ahí continuó su paso por cunas del rugby madrileño como la emblemática CAU o el Olímpico de Pozuelo, antes de regresar a Cuenca en 2011 e impulsar el bisoño proyecto del Club Rugby A Palos que se encontraba dando sus primeros pasos.

La figura de Almagro fue clave en el desarrollo del club conquense de rugby. Aquí, realizó labores de jugador y entrenador y dirigió el equipo en los primeros años de su aventura competitiva, para luego enfocarse como monitor y entrenador de las categorías base de los “pequeños jabatos”.

BUSCANDO EL NORTE

No obstante, en su regreso a su ciudad natal, ‘Pantxo’ siempre trató de desarrollar un trabajo que le permitiera quedarse en Cuenca. Fue en esta búsqueda cuando en un ciclo formativo descubrió un deporte poco conocido para él hasta entonces y que, debido al entorno único de la Serranía, cumple como uno de los lugares más idóneos del mundo para su práctica y entrenamiento: la orientación.

“Hacíamos varias actividades relacionadas con la naturaleza, desde montar a caballo, senderismo, rutas de bici y orientación. Me enganchó su particularidad y empecé a practicarlo con muy buenos resultados”, explica. En su primera participación en el Circuito Diputación de Orientación, el conquense se alzó con el primer puesto en el Open Rojo. Un triunfo al que le siguió dos bronces a nivel nacional en la Liga Rogaine por equipos absoluta, en 2017 y 2018 con Óscar Luengo y José Javier Taravilla.

Pero, lejos de quedarse en esta modalidad, Almagro descubrió una atractiva variante en bicicleta, la MTBO. “La orientación en bicicleta es un deporte que consiste en carreras individuales donde te orientas con un mapa que solemos llevar en el manillar y por el que debes ir picando varias balizas que se encuentran por la zona en un orden. Si te saltas alguna o no cumples ese orden, quedas descalificado”, explica.

Una prueba exigente donde el músculo y la mente trabajan mano a mano para escoger siempre la mejor ruta que lleve menos tiempo para completar el recorrido. Esta pasión hizo que en su primer año compitiendo en la Liga Nacional MTBO se alzara con un 3º puesto y este 2020 había ilusiones renovadas que terminaron con una plata agridulce tras perder el liderato en la última prueba. “Tengo sentimientos encontrados, porque se ha escapado en el último momento ese título, pero sé que de cara al próximo año puedo mejorar mucho”.

De esta forma, Almagro ya piensa en volver a competir en la Liga Nacional MTBO para lograr subirse al único cajón del podio que le falta, además de participar en la Ultra Score Rogaine, pruebas de orientación en bici “de 6 a 8 horas de duración y con mapas mucho más grandes”. Retos mayúsculos para este orientador del COMCU amante de su tierra y del deporte que espera seguir sumando alegrías a esta disciplina a la que cada vez se suman más aficionados viendo el inigualable escenario que es Cuenca para su práctica y los magníficos resultados que genera.

"Me enganchó su particularidad y empecé a practicarlo con muy buenos resultados”