“El oficio lo aprendes, pero lo que te hace crecer es el trato con la gente”

Hay personas que pasan por la vida de una ciudad sin hacer ruido, pero que dejan una huella profunda que el tiempo no puede borrar. Hay personas, como José María de la Cruz, ‘Chema’, que con el paso del tiempo reciben homenajes y reconocimientos tras una vida laboral dedicada a hacerle la vida más fácil a sus paisanos. “Estoy muy agradecido. Es muy bonito recibir tanto cariño y estoy contento de que la gente se acuerde para bien”, nos dice.
Corría el año 1984 cuando Chema entró a trabajar en el Ayuntamiento de Cuenca, sin imaginar que aquel primer puesto de subalterno como “portero macero” le llevaría a convertirse con el tiempo en el encargado de conserjería, protocolo y limpieza de los edificios municipales. Aprendió de la mano de Luis Serrano García y sumando a ese aprendizaje la paciencia y la constancia consiguió algo que no siempre es fácil: ganarse el respeto y el cariño de alcaldes, concejales y compañeros. “El oficio lo aprendes con la experiencia porque lo que de verdad me hizo crecer fueron los años de trabajo, el trato con la gente y el amor a la ciudad”, nos cuenta.
Quienes lo conocen y han trabajado junto a él saben que Chema de la Cruz ha estado siempre pendiente de cada detalle, desde la preparación de un pleno municipal hasta el pregón de las fiestas. Su disponibilidad era total, porque lo mismo se encargaba de abrir las puertas de la Catedral para el desfile de la corporación que de custodiar la traca de San Mateo junto a su inseparable Julito, “el disparador”. “Yo tenía libre disponibilidad y la mía ha sido una vida ajetreada por los servicios extraordinarios porque ha habido que estar muy pendiente de todo. Pero bueno, le debo mucho a esta casa”, subraya.
El cariño hacia Chema de la Cruz ha sido incesante en los últimos meses: el Mandil de Honor de la mítica peña El Mandil, entrevistas en los medios de comunicación o el homenaje que recibió durante el pregón de la Fiestas de San Julián en el que recibió de manos del alcalde un cuadro del artista Luis del Castillo, entre otros. “Estoy pletórico de reconocimientos”, confiesa emocionado.
Desde que iniciara su labor profesional en el Ayuntamiento de Cuenca, Chema ha visto pasar varias corporaciones municipales, ha tenido muy de cerca a presidentes del Gobierno y ha conocido incluso a los actuales Reyes de España, don Felipe y doña Leticia. Anécdotas y momentos especiales que atesora en su memoria y que le acompañarán para siempre en su nueva andadura como jubilado. Sin olvidar, por supuesto, celebraciones festivas conquenses que han marcado su vida y su actividad profesional, como San Mateo.
“Han sido muchos años preparando San Mateo. Es una fiesta especial y popular con mucha fuerza y que viene de cuando el rey Alfonso VIII reconquistó la ciudad en 1177. Siempre lo digo: dos clavos y dos escarpias”, explica Chema, quien ha vivido los preparativos desde dentro durante décadas: la instalación del cableado para la traca, la llegada de las peñas, la protección del suelo de la Plaza Mayor para las vaquillas o el traslado y la devolución del pendón de Alfonso VIII. “San Mateo ha cambiado, claro, antes era más familiar, ahora hay muchísimas más peñas y más color, pero sigue siendo la fiesta del pueblo de Cuenca”.
Ahora, ya jubilado, Chema afronta esta nueva etapa con mucha calma “porque antes me levantaba a las cinco de la mañana para abrir el Ayuntamiento a las siete y ahora me levanto a las ocho”. Le esperan los largos paseos con su perra, las tardes de fútbol con la Balompédica, las lecturas atrasadas y el tiempo de dedicación a su familia. Y con una premisa clara, y es que su corazón siempre latirá al compás de San Mateo. “Nos veremos allí, como siempre, como cada año”, dice con una sonrisa.
Del frenético día a día del Ayuntamiento de Cuenca se ha apeado para siempre un trabajador ejemplar y con mayúsculas, pero sobre todo un hombre bueno cuya firma queda impresa para siempre en la historia de nuestra ciudad.