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“Cuenca es tierra de curanderas, de mujeres con el don de sanar”

La conquense María Guerrero se adentra en el universo de la sanación y los espíritus en ‘Macu, la hechicera y sus vivencias’, un conjunto de relatos cortos e íntimos “nacidos de sucesos reales”
“Cuenca es tierra de curanderas, de  mujeres con el don de sanar”
Foto: Círculo Rojo
31/10/2025 - Eduardo M. Crespo

Hace unos años, María Guerrero (Salmeroncillos, 1977) padeció un cáncer de mama que más tarde derivó en una patología en las cuerdas vocales de la que tuvo que ser operada. En aquellos días difíciles, “y para no pensar en lo que estaba sufriendo”, Guerrero se puso a escribir y a dar rienda suelta a la creatividad, un proceso terapéutico “que empezó como entretenimiento” pero del que nacieron nada menos que cuatro libros, entre ellos ‘Macu, la hechicera y sus vivencias’, un conjunto de relatos cortos e íntimos que vieron la luz el pasado mes de julio y que ya van por la segunda edición de la mano de Círculo Rojo, y con los que la autora se adentra en el mundo de las curanderas y sus dones.

“Macu es una niña que nace con un don especial, el de sanar con las manos y la voz. Es una curandera que tiene la gran virtud de ver y comunicarse con los espíritus, que nos presenta a sus guías espirituales y su lucha contra un ser oscuro, y que es capaz de sanar y de quitar el mal de ojo, es decir, lo que han hecho las curanderas toda la vida”, nos cuenta María Guerrero, quien reconoce sentirse en gran medida identificada con las historias que se narran en el libro y con su personaje principal, Macu. 

‘Macu, la hechicera y sus vivencias’ no es una historia de miedo; son pequeños relatos donde están presentes las virtudes, los dones, las energías, la sanación, las conexiones con el más allá, sus mensajes, el enfrentamiento con la muerte… y hasta encontramos una trama policial. “Este libro es algo muy íntimo que nace de mí. La historia que va a leer el lector o los sucesos que se describen en él son reales, luego hay una parte de ficción que sirve de adorno para que la historia no sea tan dura”, explica Guerrero.

“La fuerza de Macu está en su esencia; es su lucha constante, desde que es una niña”, afirma la autora, quien nos recuerda que las curanderas han estado ahí siempre para ayudar, quitar los dolores de tripa o los males de ojo, “a pesar de que después se les criticaba duramente y se les tildaba de brujas”. Hoy, en cambio, las cosas son muy diferentes “y nadie dice nada del Reiki, la sanación y de otro tipo de terapias”. 

 

 

“Ser una persona con don significa trabajar con la energía. Es lo que somos”

Energía somos todos y esa es la premisa desde la que tenemos que partir para entender la esencia del libro: “Somos energía pura y dura. Ser una persona con don es precisamente eso: trabajar con energía. No se trata de mi propia energía o de una energía que nazca de mí. No saco mi luz, sino que pido a mi deidad que esa luz pase a través de mí para que esa fuerza me permita ayudar a los demás”.

Cuenca, nos cuenta María Guerrero, es una tierra de curanderas. A lo largo de su vida, y en zonas como La Alcarria conquense, ha conocido a varias mujeres con el don de sanar, “y algunas de ellas maravillosas”. “Una curandera trabaja con la energía y es algo que siempre hemos tenido en los pueblos, yo lo he visto desde mi niñez”. Las mujeres que poseen este don, afirma, conectan con Dios para activarlo y ayudar a los demás, y cada una tiene su deidad en función de la persona o la religión del país”.

Y en ‘Macu, la hechicera y sus vivencias’, la curandera que más influye en la protagonista se llama Casiana. Ella es la que mejor conoce el don que Macu posee y el por qué de sus capacidades y sueños premonitorios: “Yo creo que todos tenemos esa percepción que tiene Macu y que el lector va a descubrir, pero hay que eliminar los prejuicios para que esa fuerza florezca. Macu tiene la capacidad de ver las almas, de demostrar que se puede vivir entre dos mundos y de poner de manifiesto que a veces no todas las personas que fallecen se van. A veces tienen apegos y cosas inconclusas que tienen que solucionar”.

 

CONTINUARÁ

Lo que María Guerrero cuenta en este libro son experiencias propias de las que incluso han sido partícipes los escépticos: “Podían no creer, pero venían a pedirme ayuda. Hoy se llaman constelaciones, pero son terapias de sanación con las que he tratado casos de ansiedad y depresión por anclajes y traumas que se arrastran desde que somos pequeños. Cuando estamos bloqueados no avanzamos y la causa, muchas veces, tiene que ver con los traumas infantiles. Canalizamos con el ‘yo superior’ para ayudar a superar esos bloqueos”.

El libro de María Guerrero ha enganchado a miles de lectores, unos dicen haber revivido su infancia y otros han sentido que “es como el cuento que contaban sus abuelas”, una fuerza evocativa que tendrá su continuación en un segundo libro cuyas páginas se encuentran ya inmersas en el proceso de corrección y que muy pronto van a ver la luz. 

 

 


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Libros