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"Las nuevas generaciones de periodistas deben aprender a todo gas todos los días”

La corresponsal y periodista de TVE, Anna Bosch, aborda en Cuenca los retos a los que se enfrentan los nuevos profesionales de la información
"Las nuevas generaciones de periodistas deben aprender a todo gas todos los días”
Foto: Saúl García
27/06/2021 - Paula Montero

Anna Bosch (Barcelona, 1963), corresponsal y periodista de Televisión Española, es la madrina de la VIII Promoción de Periodistas de la Facultad de Comunicación de Cuenca. Por este motivo, visitó  la capital conquense y acercó su experiencia a los recién titulados. 

Además, cuenta a Las Noticias cómo se vive siendo corresponsal y tras haber pasado por países como Rusia, Estados Unidos o Reino Unido. Además, analiza el futuro de la profesión y revela cómo el periodismo ha cambiado su forma de ver el mundo, quizá por haber vivido y contado, de primera mano, sucesos históricos que le han marcado para siempre.

 

¿Cómo ve Anna Bosch el futuro de la profesión?

No digo nada nuevo si digo que mal. Estamos en un periodo de transición, como en muchas cosas. Simplemente el periodismo es un campo más de un mundo que está permutando porque la tecnología y los soportes están cambiando. Si bien es cierto que al periodismo nos ha pillado con el paso cambiado porque han ido mucho más rápidos los avances tecnológicos y los hábitos del público que nosotros para adaptarnos a ellos. Por ello, las nuevas generaciones tienen que mentalizarse y ponerse el chip de estar aprendiendo constantemente y muy rápidamente. 

Yo empecé a mediados de los 80 con máquina de escribir, sin teléfonos móviles y hacer una conexión en directo para televisión requería de una infraestructura brutal. A  día de hoy, si quisiéramos hacer una conexión en directo con un teléfono podríamos. Todavía me quedan 10 años para jubilarme, es decir, imaginar los cambios a los que tendré que adaptarme. A saber cuales serán las posibilidades que tendremos dentro de 20 o 30 años. 

A la VIII Promoción de Periodistas les digo que al graduarse no terminan de estudiar. Salen de la universidad con un bagaje y algunos instrumentos con los que tienen que aprender a todo gas, todos los días.

 

Algunos de ellos soñarán con ser corresponsales en otros países, ¿cómo definiría ese tipo de vida?

No hay rutina. La vida de un corresponsal es asumir que no hay rutina y que trabajas veinticuatro horas al días, los siete días de la semana, y los doce meses del año. Eso lo van a aprender a partir de ahora si quieren trabajar porque creo que va a desaparecer el concepto de periodista de un medio. Por ejemplo, Anna Bosch, periodista de TVE. Uno va a tener que trabajar como freelance, autónomo y haciendo reportajes y comentarios para muchos sitios.  No va a haber rutinas para nadie. Los periodistas harán trabajos como puedan y cuando puedan. Y es que, la vida de un periodista es cada vez más la de corresponsal porque se trabaja cuando te dicen, ya sean fines de semana, vacaciones o festivos. 

 

En cuanto a España, ¿cómo se hace la información internacional en este país?

Somos uno de los países que tiene más larga tradición de ofrecer mucha información internacional. Hay una hipótesis que dice que arranca durante el Franquismo porque, como no podíamos hablar con libertad de las cosas que pasaban aquí, se contaban las cosas de fuera. Además, había gran complicidad entre periodistas, medios y el público y, a través de la información internacional, se hacían pequeños guiños a lo que sucedía en España y no se podía contar. Todavía hay gente que a día de hoy piensa que se sigue haciendo lo mismo, pero ya no.

 

 

"Las nuevas generaciones de periodistas deben aprender a todo gas todos los días”

¿Ha cambiado el periodismo su forma de ver el mundo? ¿En qué sentido?

Por supuesto. He aprendido que todas las realidades son complejas. Cuando hablamos de España siempre decimos que somos un país complejo pero es que todas las realidades lo son cuando te acercas a ellas. 

He aprendido a despojarme de prejuicios e ideas preconcebidas y a ejercitar el músculo de buscar el matíz y la complejidad de las cosas, de mantener la actitud de los niños y siempre preguntarme por qué. También a intentar comprender por qué pasan las cosas porque, tal y como entiendo yo la vida de corresponsal, nuestra función es vivir sobre el terreno, en esa sociedad, para entender por qué está pasando algo y traducirlo. Ahora voy más allá. 

 

Ha cubierto catástrofes, atentados y sucesos que marcarán la historia para siempre,  ¿cuál le ha impactado más?

Voy a destacar tres hechos. El primero es el desprecio que siente el poder en Rusia respecto a los ciudadanos porque su vida no vale nada para quien ostenta el poder en Moscú, algo que me afectó emocionalmente como persona. Los ciudadanos de a pie son, literalmente, carne de cañón y están acostumbrados a ello. 

Ahora, acabo de llegar de hacer un reportaje en los Balcanes porque este verano se cumplen 30 años del inicio de la Guerra de los Balcanes. Aprovecho para recordar que la última guerra entre europeos no fue la Segunda Guerra Mundial sino ésta y los recuerdos siguen vivos en aquellas personas que cuando eran pequeños vivieron los hechos. Ver hasta donde puede llegar el odio entre vecinos ha sido un shock personal.  Y la tercera fue en España en julio de 2002. Era el inicio de las excavaciones de las fosas comunes y fui a hacer un reportaje para informe semanal en la comarca de Babia -entre la provincias de León y Asturias-. Hacía 63 años que había acabado la Guerra Civil y 27 que había muerto Franco y todavía los ancianos de ese pueblo tenían miedo de hablar a cámara. Cuando empezaron a aparecer huesos en aquella cuneta, esos abuelos empezaron a llorar y a gritar: ¡No estábamos locos! Se sintieron reivindicados y entonces quisieron hablar, algo que, a día de hoy, todavía me emociona y me pone el vello de punta. 

 

¿Está la libertad de información por encima de todo?

Está muy amenaza sobretodo por la crisis económica. Hay empresas que para sobrevivir dependen de créditos bancarios y de subvenciones públicas porque a partir de ese momento se cercena su libertad de expresión, de denuncia de quien los sufraga y lo está también para los periodistas a título personal porque si tu tienes miedo de quedarte en la calle, te lo vas a pensar dos veces antes de enfrentarte a tu jefe de redacción. 

 

Un último consejo para los nuevos periodistas…

Aprender, aprender y aprender.