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“Los manchegos sabemos reírnos de nosotros”

El cómico Agustín Durán llevará este lunes su espectáculo 'Hola, borreguetes' a las fiestas de Villar de Olalla
“Los manchegos sabemos  reírnos de nosotros”
09/09/2019 - Dolo Cambronero

Antes de tener uso de razón, con apenas dos años, soltó un taco en el silencio de una misa y, al ver que la gente se reía, no dejó de repetirlo hasta que al cura se le dibujó también una sonrisa en la cara y tuvieron que sacarlo de la iglesia. Aquel día había nacido un humorista.

Los vídeos del cómico Agustín Durán Molina (Ciudad Real, 1982), en los que rinde homenaje a las gentes de los pueblos, acumulan ahora millones de reproducciones.

Este lunes 9 de septiembre (a las 22:00 horas, en la plaza de la Hispanidad) llevará su espectáculo Hola, borreguetes a las fiestas de Villar de Olalla.

¿Qué va a ofrecer en el espectáculo?

Pues ‘tontás’. Contaré cómo he llegado a convertirme en el personaje que soy y las cosas que me han pasado en mi vida. Hablaré de cómo me han influido vivir en el pueblo, la televisión, mi casa, mis padres... Me río mucho de mí porque así sé que no se enfada nadie. Hago partícipe al público pero sin que se pueda sentir violento. Es un espectáculo interactivo pero para bien, no para sufrir. Todavía no he desnudado a nadie... [Risas]

¿Cómo llegó al mundo del humor? ¿Era el graciosete de la clase?

Siempre he sido un payaso en potencia. Desde muy chiquitillo he disfrutado viendo a la gente reír. Con los monólogos empecé a raíz de un concurso de la Universidad de Castilla-La Mancha. Las veces que me presenté lo gané. Estuve haciéndo monólogos muchos años pero hasta que no empecé con los vídeos y me colé en las casas de la gente a través de las redes no se me abrieron todas las puertas.

¿Cuál es el secreto para hacer reír?

El secreto es que la gente se sienta identificada con esa situación. A la gente le gusta reírse de cosas que le han pasado o han visto en alguien cercano. Es más fácil hacer humor del tropezón de tu padre que de ciencia nuclear. Nos gusta reconocer las cosas de las que nos reímos. Y yo creo que los manchegos tenemos mucha capacidad para reírnos de nosotros mismos. Y somos capaces de dar la vuelta a nuestras miserias para reírnos de ellas.

Habla mucho de la vida rural. ¿Es una forma de rendir homenaje a los pueblos?

Hay gente que piensa que es reírse de los pueblos. Todo lo contrario. Yo creo que hacer humor de una cosa es ponerla en valor. Que yo haya hecho un vídeo de coger aceituna y haya tenido siete millones de reproducciones es porque la gente lo conoce aunque no todo el mundo haya ido. Y él que no lo sabía, ya lo sabe por si alguno pensaba que se escarbaba en el suelo como las patatas. Mi objetivo nunca será reírme de los pueblos. Yo lo soy y lo valoro. A mí no me gusta el humor que ofende. No me gusta practicarlo. Suelo tener cuidado para intentar hacer reír al mayor número de gente posible y que no sea excluyente, que haga reír a alguien y a otro lo cabree. Podemos tocar todos los temas pero creo que hay gente que provoca la risa a costa de machacar al otro. No es lo mismo darle un pescozón a alguien que una paliza.

¿En qué se inspira para los monólogos?

En la gente mayor porque hacen una cosa que me parece preciosa, que es sacarte la sonrisa sin pretenderlo, simplemente con sus expresiones, con sus razonamientos, con su forma de afrontar las cosas... Son mi mayor fuente de inspiración. Cuando estoy sobre todo en mi pueblo, las orejas se convierten en dos parabólicas para escuchar las expresiones. Da pena que estas cosas puedan perderse cuando se vaya esta generación de abuelos.

¿Cuáles son sus referentes? ¿Pesan los humoristas manchegos?

Desde pequeño me ha gustado ver humor. Clásicos como Alfredo Landa, José Luis López Vázquez, Paco Martínez Soria... Me tragaba todas esas películas con mi abuelo. No veía ni dibujos. De la gente de hoy, toda mi admiración a José Mota y a la gente de Muchachada nui. A Joaquín Reyes, a Raúl Cimas, a Ernesto Sevilla, a Goyo Jiménez, que me parece que es uno de los más grandes monologuistas. Toda la gente de la tierra son una inspiración. Pero me gusta escuchar a todos porque siempre se puede aprender, también de los que están saliendo ahora. Hay una nueva hornada de cómicos manchegos geniales que te hacen reír un montón.

¿Cuáles son sus monólogos preferidos?

En el tema de vídeos, le tengo un cariño especial al de la aceituna, Vareando, porque me hizo llegar a mucha gente y me abrió las puertas. Y en cuanto a los escenarios, mi espectáculo Hola, borreguetes, con el que he estado cuatro años rodando. Es fruto de toda una vida escribiendo y recoge lo mejor. Ahora que estoy a punto de finiquitarlo, siento cierta nostalgia. Le tengo mucho cariño.

¿Qué caracteriza al humor manchego?

Es cercano, fresco y muy entendible tanto en La Mancha como fuera. Nace sin darle muchas vueltas. Es un humor de lo cotidiano y eso hace que sea reconocible, sobre todo, porque los manchegos lo han puesto en primera línea a nivel nacional. La gente nos tiene cariño y nos abre las puertas. También creo que es un humor poco dañino.

Tiene formación musical, ¿sigue dando clases de piano?

Sí. Tengo tres carreras y mi madre está muy contenta porque tiene los diplomas colgados en el salón. Sigo ejerciendo como profesor de piano. Tengo una súper súper reducción de jornada en la Escuela de Música de Miguelturra para poder dedicarme a las ‘tontás’. Sigo agarrando a las clases porque ahora el humor me funciona pero esto puede cambiar. La música es mi vía de escape.

Quería ser periodista. ¿Qué pasó? Aunque creo que hizo bien...

[Risas]. Eso me dicen muchos amigos que se dedican a ello... Me cogieron en Periodismo pero estaba terminando en el Conservatorio y mis padres me dijeron que lo terminara y mientras estudiara Magisterio. Y después podría hacer Periodismo. Aunque terminé todo y al final no lo hice. Pero mi sueño era ser periodista deportivo. De pequeño me grababa en cintas y me inventaba partidos. Ahora puedo colaborar también en la radio y es una manera de quitarme esa espinita.

También fue alcalde de su pueblo, Picón.

No me falta de nada... Aprendí que la política local es para gente muy, muy valiente porque es muy complejo, sobre todo en los pueblos pequeños, donde todas las decisiones tienen cara. Es muy desagradecido y los pueblos tienen poco margen de maniobra. Lo que aprendí es que nunca me presentaré ni a presidente de la comunidad de vecinos. También aprendí que se puede salir con más amigos de los que tenías antes y sin haber hecho daño a nadie. Es lo mejor que me llevé.

¿Cómo será su próximo espectáculo?

El espectáculo se llamará Cazafantoches y se estrenará en octubre. Está basado en las ‘tontás’ de la modernidad. Desde el que va en invierno con tobilleros y en verano lleva chanclas y calcetines. Habrá un estreno manchego en Villarrobledo y luego en Madrid.