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“El humor ya no es que sea necesario, es imprescindible”

El humorista Goyo Jiménez actúa este viernes 8 de agosto en el teatro romano de Segóbriga dentro del programa Actuamos en Patrimonio con todas las entradas ya agotadas
Foto cedida
08/08/2025 - Rubén M. Checa

El humorista Goyo Jiménez actúa el viernes 8 de agosto en el teatro romano de Segóbriga dentro del programa Actuamos en Patrimonio de la Diputación de Cuenca. Allí presenta nuevo espectáculo Misery Class, una reflexión en clave de humor sobre las tensiones sociales actuales, la crispación y el reto de convivir con nuestras propias miserias. Hablamos con él sobre el origen del show y el papel del humor en tiempos convulsos. La cita, para la que ya no quedan entradas, será a partir de las diez de la noche. 

¿Qué se va a encontrar el espectador?

A mí (risas). Aparte de que soy vecino, conozco muy bien Segóbriga porque en su momento hice teatro grecorromano allí, el público se va a encontrar con alguien que aprecia mucho la zona y que, como buen manchego, la siente cercana. Voy a hablar, seguramente, de lo mismo que ya se hablaba hace siglos en ese teatro: las miserias humanas. Por supuesto, con humor, pero esa es la idea. Lo que hacía Plauto o Terencio, pero adaptado a nuestros tiempos. El objetivo es que nos revisemos, nos riamos y hagamos un poquito de terapia con eso.

Lo hará con Misery Class, tu nuevo espectáculo. ¿En qué consiste?

Básicamente en preguntarnos por qué nos caemos todos tan mal a todos. Ahora mismo vivimos en un momento en el que todos estamos enfadados con todos. Nos odiamos en cuanto se forma el más mínimo grupo. Da igual si es una cola, un atasco, una red social, la política o el fútbol: siempre hay alguien que nos cae mal, y como además ahora tenemos altavoces para decirlo, siempre hay quien está esperando para decirte que eres tonto, feo, calvo o lo que sea. El show reflexiona sobre el porqué hemos llegado a este clima de crispación permanente que hace que nos caigamos todos muy mal y que luego ganan elecciones gente como las que las está ganando.

¿Qué fue lo que le llevó a centrarse en estos dilemas sociales?

Lo necesario del asunto. Basta con leer la prensa o asomarse a redes para ver que hay un problema colectivo de ansiedad, de nerviosismo, de crispación, de estrés. Esta situación está a la luz del día, y eso me interesa mucho porque al final somos como somos. Estos días he estado en la playa y la gente ya no se relaja. Yo creo que el humorista tiene que responder a los tiempos en los que vive, tiene que observar la sociedad, absorber lo que ve y transformarlo en algo que haga reír. Nuestro granito de arena es ese: ayudar a relativizar, a dimensionar lo que nos ocurre y que se ría. Porque sí, hay cosas que duelen, que molestan... pero muchas veces no son para tanto.

Imagino que el objetivo es que el espectador desconecte y pase un buen rato.

Por supuesto, pero no sólo eso. Cualquier espectáculo de humor está para divertir, pero si es posible, también quiero que la gente salga con una mirada diferente. A veces nos tropezamos una y otra vez con la misma piedra, y es porque no cambiamos la óptica. Todo ello a no ser que empieces a dimensionar las cosas, que aunque haya cosas que nos hagan daño, no son para tato la mayor parte de las veces. Tenemos que aprender a relativizar.

¿Le ha resultado difícil hacer humor con temas tan delicados?

Para nada. Me resulta absolutamente terapéutico, me ahorro el psicólogo con esto (risas). Subo al escenario, vuelco mis observaciones sobre la vida y veo que al público le hacen bien. La demostración es que se están vendiendo todas las entradas, la gente sale feliz, y eso me confirma que algo estoy haciendo bien. Es verdad que también sientes una gran responsabilidad: cuando actúo, hay cientos o miles de personas que han invertido su dinero, su tiempo y su ilusión en pasarlo bien y que sea el gran momento de la semana. Eso es lo que más me tensa, que no les puedes fallar. Cada vez soy más consciente de eso.

¿Satisfacción por ver que la gente sigue llenando recintos para verle?

Claro. Cuando empiezas y ves que tienes éxito, te sientes genial. Pero con el tiempo te das cuenta de que no puedes decir cualquier cosa. Veo a cómicos jóvenes que a veces hacen que el espectador salga peor de lo que entró. Tenemos que seducir, no imponer, y hacer humor desde la empatía, entendiendo a todos. Eso requiere que seas empático y que te pongas en la visión de personas de distintas edades, culturas y formas de ver el mundo. Llevo desde los 14 años sobre el escenario, y creo que esa experiencia te obliga a ponerte en la piel del que te escucha para que el espectáculo sea inigualable.

Dice que vivimos en tiempos crispados. ¿Cree que el humor es necesario hoy en día?

No. El humor ya no es necesario, sino que es imprescindible. Es un producto de primera necesidad, por encima de la leche o el pan. Hay muchos intolerantes a la lactosa o al gluten, pero nadie es intolerante al humor. El humor es el termómetro que nos dice cómo somos como sociedad, y una que no aprende a reírse de sí misma y a mejorar desde el talante, tiene un problema. Hay demasiada tendencia a solucionar las cosas con agresividad, y sabemos perfectamente cómo acaba eso, en violencia, y esta no es la solución.

Vuelve a Segóbriga después de haber hecho teatro clásico allí. ¿Cómo es para usted actuar en ese escenario?

Un lujo. Segóbriga es un tesoro que tenemos en Castilla-La Mancha. Como ocurre en Extremadura con Mérida, o aquí con Almagro, que conserva un corral de comedias original del Siglo de Oro. Me da rabia que fuera no se conozca tanto la riqueza patrimonial que tenemos en esta región, y tenemos que apostar por dar a conocer aún más el yacimiento.

¿Qué le parecen programas como ‘Actuamos en Patrimonio’, que llevan la cultura a todos los rincones de la provincia?

Me parecen imprescindibles. En los grandes núcleos urbanos hay más opciones culturales, pero en los pueblos pequeños cuesta más. Yo me he recorrido Castilla-La Mancha de punta a punta y sé lo que supone llevar espectáculos a esos rincones. Además, este programa tiene un valor añadido, que permite que mucha gente descubra entornos patrimoniales que no conocía. Y eso es lo interesante, que la cultura revierta en el turismo y la mejora de la vida en la zona.

¿Qué mensaje lanzaría al público que va a ir a verle este viernes en Segóbriga?

Que se preparen para una noche especial. Aunque el espectáculo se llame Misery Class, los que vayan van a ser unos privilegiados. A partir de ahora en la zona va a haber dos tipos de personas: los que salieron más felices después de ver el show, y los que se lo perdieron.