"La humanización y la tecnología deben ser los principales legados del Virgen de la Luz”
Este lunes el Hospital Virgen de la Luz de Cuenca cumple seis décadas de servicio ininterrumpido a la población conquense. Inaugurado bajo el nombre de Residencia Sanitaria ‘Virgen de la Luz’, ha sido un pilar fundamental en la mejora de la calidad de vida y la salud de miles de ciudadanos.
A lo largo de sus 60 años, ha sido un lugar donde las historias personales y médicas se entrelazan, donde generaciones de médicos y profesionales han trabajado incansablemente para ofrecer la mejor atención posible.
Ahora se jubila con un importante legado que de forma especial se quiere traer a la memoria con un programa de actividades para todos los colectivos que desde este viernes se prolongarán hasta el 26 de octubre.
Organizar los actos conmemorativos de estos sesenta años ha sido, para Manuel Tordera, presidente del comité organizador y ex gerente del hospital, un verdadero viaje emocional. En este proceso, se ha reencontrado con numerosos profesionales que han sido parte de la historia del centro hospitalario y ha recordado momentos clave que marcaron la trayectoria de un hospital que hoy se despide de su función como hospital principal, pero su legado, su historia y el cariño de quienes han trabajado y sido atendidos allí, permanecerán por siempre como parte del tejido social de la provincia.
¿Qué significa para usted presidir el comité organizador de un evento tan especial como este 60 aniversario?
Pues es una satisfacción inmensa. Primero, porque fui gerente del hospital hace ya casi 14 años, y además estoy jubilado. Es muy bonito que la actual gerencia se acuerde de mí para colaborar en este acto tan significativo. Es el fin de una etapa y el inicio de otra. No se cierra el hospital, lo que hacemos es mudarnos de lugar, como si cambiáramos de estructura. Es muy bonito recordar todo esto y decir que he colaborado en este evento, pasando del cierre de un hospital a la apertura de uno nuevo.
Ha tenido además la oportunidad de reconectar con antiguos profesionales. Esa inmersión en 60 años de historia también es un viaje emocional...
Sí, muchos de los profesionales con los que coincidí ya están jubilados. Hablé con algunos para que me contaran historias para organizar los actos del 60 aniversario. La actual gerencia también incluye personas con las que trabajé en su momento, lo cual ha sido muy grande para mí. Es emocionante encontrarme con personal, desde celadores hasta médicos, con quienes coincidí en mi época de gerente. Siempre es emocionante ver a personas con las que trabajé cuando eran más jóvenes.
Qué recuerdos o anécdotas le han compartido?
Algunos me han contado cómo fue su llegada al hospital por primera vez, como aquellos que llegaron en los años 70. En esa época, el hospital aún no estaba jerarquizado, era solo una residencia. De la llegada de los primeros jefes, de cómo se ponían las primeras anestesias, esas cosas.
¿Alguna historia curiosa?
Pues por ejemplo me han contado que había un pino en la puerta del hospital donde de vez en cuando se juntaban para hacer una paella y comer juntos. Son historias de los primeros tiempos, cuando eran jóvenes y llegaban desde otras partes de España. Muchos de ellos se establecieron en Cuenca y me han contado cómo evolucionaron tanto sus vidas como el hospital.
¿Cómo describen esa evolución?
Es muy emocionante, recuerdan anécdotas que, como dicen, son historias de abuelos, pero son emocionantes. Hablan de compañeros que ya no están y cómo han vivido sus enfermedades y problemas, pero también de lo bien que les ha ido en sus carreras. Para mí ha sido un reencuentro muy grato.
"Los momentos más importantes han sido cada ampliación, como cuando se pasó de ser una residencia a un hospital, o la dotación de tecnología"
¿Mirando hacia atrás, ¿cuáles han sido los momentos más importantes en la historia del hospital?
Los momentos más importantes han sido cada ampliación, como cuando se pasó de ser una residencia a un hospital, o la implementación de nueva tecnología. También ha sido clave cuando el hospital empezó a recibir residentes, ya que eso obliga a los profesionales a formarse continuamente para ser tutores y formar a futuros médicos. Estos avances han permitido que un hospital provincial que empezó de la nada pueda estar a la vanguardia y ahora contar con tecnología puntera en el nuevo hospital.
¿Este aniversario también es una oportunidad para reflexionar sobre el trabajo de los profesionales que han pasado por el hospital. ¿Cómo describiría su evolución?
La evolución siempre ha sido positiva, aunque ha cambiado mucho. En épocas anteriores, el trato era más paternalista y humano, pero con el tiempo los hospitales se volvieron más tecnológicos, lo que hizo que se perdiera un poco de esa humanización. Sin embargo, en los últimos años se ha trabajado para recuperar esa cercanía con el paciente, y se ha tomado como modelo la Atención Primaria, donde la humanización es clave. El objetivo es que el hospital también recupere esa parte humana, que es fundamental para ayudar a sanar y recuperar la salud.
Dentro del 60 aniversario se contemplan encuentros entre profesionales jubilados y los nuevos. ¿Qué impresión le deja el relevo generacional?
Nos parece muy interesante, porque es una oportunidad para que los profesionales jubilados, con su experiencia, puedan transmitir a los jóvenes, que están en formación, todo su conocimiento. Estos encuentros ayudarán a los residentes a perder el miedo y a prepararse para los desafíos que enfrentarán en esta maravillosa profesión.
¿Con la jubilación del Virgen de la Luz y la apertura del nuevo hospital universitario, ¿qué cree que se debe preservar del legado que dejan estos 60 años?
Lo más importante que debemos preservar es la humanización del trato, la tecnología y la accesibilidad. Este hospital siempre ha sido accesible tanto para los ciudadanos de Cuenca como para los visitantes, ya que Cuenca es una ciudad turística. Debemos asegurarnos de que el nuevo hospital siga ofreciendo atención de calidad, sin necesidad de derivar a los pacientes a otros lugares, lo que genera incomodidades para ellos y sus familias.
Ha sido médico de familia y gerente del hospital. ¿Cómo es para usted cerrar este ciclo en la historia del Virgen de la Luz?
Es muy emocionante. Después de más de 40 años trabajando, cuando uno se jubila siente que deja de cumplir con sus funciones. Pero cuando me pidieron colaborar en este aniversario fue un revulsivo importante para mí. Puedo aportar mi experiencia de tantos años y volcarla en las personas que ahora están trabajando con mucho esfuerzo para que este hospital, o mejor dicho, esta nueva estructura, sea un éxito. Es como una mudanza familiar, hemos crecido tanto que necesitamos un nuevo hogar.
El Virgen de la Luz ha sido testigo silencioso de muchas vidas en Cuenca. ¿Hay algún testimonio o agradecimiento que le haya dejado una huella especial durante su carrera?
Sí, sobre todo cuando algún paciente o familiar nos ha enviado cartas de agradecimiento. Muchos de ellos han llegado al hospital con graves problemas de salud y, aunque algunos no han sobrevivido, sus familiares han agradecido el trato humano y la atención técnica que recibieron. Esos testimonios son el reflejo del trabajo incansable de un equipo de profesionales que están ahí 24 horas al día, 7 días a la semana.
Si pudiera resumir en una palabra lo que ha representado el hospital Virgen de la Luz para la gente de Cuenca durante estas seis décadas, ¿cuál sería y por qué?
Esperanza. Es lo que el hospital ha representado para las personas. La esperanza de recuperar su salud y seguir adelante con sus vidas.