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"Me gusta que mis tatuajes cuenten historias"

Laura González Egea es tatuadora y gerente de Musa Tattoo, que cotiza al alza por el realismo y la impresión de sus diseños
"Me gusta que mis tatuajes cuenten historias"
Foto: Saúl García
15/09/2020 - Mario Gómez

“Mucha gente lo encasilla en el realismo, pero no es tanto realismo-color, sino que mezclo esa base con elementos de fantasía y, sobre todo, los fondos. No es como intentar copiar una fotografía real. Me gusta que mis tatuajes cuenten historias. Crear una composición que transmita mucho más que un simple dibujo: los personajes, las miradas, los gestos. Que ese mismo trazado pueda tener diferentes interpretaciones dependiendo de la persona que lo mire”. Con este nivel de detalle describe Laura González Egea, tatuadora y gerente de Musa Tattoo, cuando le pedimos que nos explique lo particular de su estilo.

La historia de esta especialista de diseños sobre la piel nace de su naturaleza de artista plástica y su pasión por el dibujo desde la infancia, con los que ganó numerosos cursos de pintura, y un talento innato para el realismo. Tras introducirse en la carrera de Bellas Artes y compartir y adquirir esta pasión a través de su paso por ciudades de Alemania y México, su destreza con el dibujo se elevaron a otro nivel gracias a la formación de famosos tautadores como Miguel Bohigues y comenzando su trayectoria como tatuadora profesional hasta desembocar en el nacimiento de su propio estudio en Cuenca.

“Cuando empecé a dedicarme a esto nunca esperaba llegar a donde estoy hoy. Siempre crees que puedes llegar a más. Normalmente empiezas por un público cercano, local y provincial y poco a poco, con ganas, destreza y muchas horas, vas ganando clientes. Ahora tatúo a nivel de toda España e incluso algunas veces fuera del país, pero no era algo que tuviera en mente, sino que fue llegando de forma escalonada. Simplemente empiezas, tratas de hacerlo lo mejor posible y esperas que la gente le guste y se vaya animando”, explica Laura a la que esta dedicación por transformar la piel de sus clientes la ha llevado a día de hoy a ser toda una referencia en su trabajo, pues buena muestra da de ello su apretada agenda.

“La verdad es que tengo suerte de trabajar de lo que me gusta. No me importa si tengo que echar muchas horas porque me gusta mantener esa calidad en el detalle, trabajar el tatuaje, echar horas previas para ver cómo quedaría en esta o aquella zona del cuerpo, los colores, etc.”. Si bien, admite que apenas tiene respiro desde que abrió su estudio en Cuenca, “con una media de 60 o 70 horas semanales de tatuar, aprender, diseñar, etc. Es mucho tiempo, pero espero que para 2021, si no viene otra pandemia, pueda relajarme un poco”.

Y es que más allá de simplemente impregnar la piel con tinta negra o de colores, este proceso que al final se suele llevar para toda la vida tiene importancia “desde que surge la idea hasta que se termina el último punto del tatuaje”, comenta la tatuadora. “Es muy importante la conversación con el cliente, porque es donde se trata de explicar por qué tú consideras que va a quedar mejor o peor en un estilo u otro. El cliente tiene una idea pero quizás no sabe exactamente lo que quiere.

Es en ese proceso donde el tatuador tiene que transformar todo eso en algo sobre la piel que resalte tanto a nivel estético como simbólico”. Estas premisas son de importancia, pues esta tatuadora considera “especial” cada diseño que plasma, debido a que “cada tattoo y persona tiene una historia y tratamos hacerlo lo mejor que podemos por lo que representará, tanto en el momento de hacerlo como años después”.

Esta pasión no sólo se refleja en la pieles de los conquenses, sino también en los premios que ha conseguido entre los que Laura destaca “los ganados en la expo de Barcelona, por ser una convención a nivel internacional y el simple hecho de que me admitieran fue un premio. Después de tres días y ganar dos primeros premios, no me lo creía, fue una verdadera sorpresa”.

Pero además de tatuar recuerdos, frase, retratos y diseños que impresionan a primera vista, su estudio también promueve iniciativas como las de dibujar areolas en el ‘Día del Cáncer de Mama’, algo que esperan reanudar, al igual que una inauguración de su nuevo local, “cuando la situación nos dé un respiro”, porque, aunque no sea un tatuaje, espera que esta pandemia “sea pronto algo a recordar como parte del pasado”.