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“Gran parte de las cosas que tiramos se pueden reaprovechar”

El ‘herrero de San Antón’ continua trabajando en su serie de piezas creadas a partir de sillines de bicicleta con el fin de hacer reflexionar sobre la necesidad de dar una segunda vida a los objetos
“Gran parte de las cosas que tiramos se pueden reaprovechar”
Foto: Saúl García
10/05/2023 - Dolo Cambronero

En Cuenca se le conoce como el ‘herrero de San Antón’ pero, en realidad, nunca se ha dedicado a este oficio como tal. Aunque sí comparte con esta profesión que él también trabaja con el metal, lo suyo es más una búsqueda de belleza y armonía con el fin de transformar este material en obras de arte. Hablamos de José Luis Martínez Gómez (Cuenca, 1957), que incorpora además en sus esculturas diversos materiales de deshecho con el fin de que cobren una segunda vida.

Pero entonces ¿por qué se ha ganado este sobrenombre? Riendo, el artista explica que simplemente porque su taller, en el inspirador Paseo del Júcar, está ubicado en una antigua herrería del barrio de San Antón, del maestro Vitoriano Carbonero. De hecho, en varias ocasiones han ido clientes a preguntarle si les podía fabricar unas rejas o unas puertas. “Yo no hago de eso. No tengo ni la maquinaria necesaria”, reconoce.

Aunque es cierto que el metal está presente en su vida desde que empezó su andadura laboral dado que ya desde muy jovencillo comenzó a ganarse la vida con la soldadura, dedicándose después a montar estructuras metálicas. Y debe ser por eso de que “el roce hace el cariño” que este material empezó a despertar su imaginación y se atrevió a diseñar unas “figurillas pequeñas” sin muchas pretensiones pero que tuvieron el reconocimiento del alfarero Pedro Mercedes y del pintor Víctor de la Vega, quienes le animaron a seguir creando.

Y así fue creciendo poco a poco una faceta artística cuyos resultados cincelados en hierro y acero pueden verse por diversos rincones de la ciudad de Cuenca como una gran escultura del Quijote en el exterior del Centro Cultural Aguirre por la calle Noheda, el monumento Turbas Generación que rinde homenaje a una de las tradiciones más emblemáticas de la capital conquense y, el más reciente, el conjunto Victoria en la Unidad, en la rotonda de La Estrella y que recuerda a todas las víctimas de la Covid-19. “Nunca me hubiese imaginado llegar hasta aquí”, sostiene con humildad un José Luis Martínez Gómez que a día de hoy sí se define ya como un “creador”.

Un artista cuya obra ha tocado numerosas y variadas temáticas, no pudiendo faltar en una ciudad como Cuenca las piezas semanasanteras por lo que ha recreado la mayoría de los pasos de La Pasión conquense. Los asuntos taurinos, los animales o una serie sobre meninas son otros de los leitmotivs de su trabajo. “Cuenca es mágica. Me inspira mucho. Y mi barrio también”, dice este artista, nacido en San Antón y donde tiene su taller.

 

OTRA MIRADA

Algunas de sus últimas creaciones han podido verse hasta esta semana en el salón de actos de la Diputación en el marco de la exposición Mirar, ver y crear, una muestra compuesta por 68 originales piezas creadas a partir de sillines de bicicleta que emulan al Quijote, a Picasso, a Michael Jackson, el cuadro El grito del noruego Edvard Munch, guitarras, un sinfín de animales y hasta la película de terror Scream, entre otros motivos.

 

Una exposición que ha tomado material de su vecino proyecto de Recicleta, también en el barrio de San Antón, y con el que Martínez Gómez busca hacer reflexionar a la ciudadanía acerca del consumo desmesurado de la sociedad actual y la necesidad de reutilizar los objetos para darles otra oportunidad. “Gran parte de las cosas que tiramos se pueden reaprovechar”, señala, explicando que en esta muestra, además de los viejos sillines, también ha utilizado otros materiales de desecho como tableros. “Todo es reciclado”, cuenta.

Piezas aparentemente inservibles que conectan con el concepto de objeto encontrado del coleccionista y editor Antonio Pérez, al que también rinde homenaje en esta muestra. “Antonio me ha enseñado a mirar”, le alaba.     

 

Pero aunque la exposición ha llegado a su fin en Diputación, esta serie de obras no se detiene ahí ya que el ‘herrero de San Antón’ tiene en mente seguir creando más piezas a partir de sillines de bicicletas, en concreto, 102. 

En busca de la musa para diseñar estas nuevas obras y a otras que puedan ir surgiendo, este artista se escapará antes, un año más, a hacer el camino de Santiago, una experiencia que dice que le despierta la imaginación. “Me limpia la mente y vengo con muchas ganas de hacer cosas. Olvidarte de todo y ver otros paisajes me ayuda a crear”, celebra. 

Mirando al futuro, piensa continuar dando vida al metal mientras el cuerpo le responda. “Esto no es un trabajo para mí. Disfruto mucho. Me vengo al taller, me pongo música, vienen visitas...” Por eso, lo tiene claro: “Moriré con el martillo en la mano”.