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“Con mi cerámica, busco que lo útil sea bello y agradable”

El artesano conquense Fernando Alcalde ha elaborado piezas para chefs como Mario Sandoval, los hermanos Torres o Jesús Segura
Fotos: Saúl García
22/10/2022 - Miguel Ángel Ramón

Para él, la edad es una cuestión secundaria y, de hecho, a sus 64 años asegura emprender su tercera y última etapa profesional, sin, por supuesto, plantearse, por el momento, “eso de jubilarse”. Dice afrontar este momento de su vida con “casi la misma ilusión que en sus inicios”, sobre todo tras haber recibido esta misma semana, de manos del presidente del Gobierno regional, Emiliano García-Page, la Medalla al Mérito Artesano de Castilla-La Mancha en reconocimiento a toda su trayectoria profesional, lo que le ha supuesto “todo un espaldarazo” con un marcado “efecto renovador y rejuvenecedor”.

Fernando Alcalde (Cuenca, 1958) dice no encajar ni como alfarero ni como ceramista, más bien se ve a mitad de camino entre ambos oficios artesanos, porque, como afirma, “solo me limito a hacer cerámica”.

Lo que sí tiene claro es que disfruta con lo que hace. Y, no en vano, lleva casi 40 años en el mundo de la cerámica y no duda en asegurar que “esto ha sido mi vida y sigue siéndolo”. Es una cuestión, a su juicio, de tenacidad, constancia, esfuerzo y dedicación; algo que viene haciendo desde sus inicios en este oficio artesano, allá por la década de los 80, como si de un mantra se tratara.

 

“Corazón y pasión”

Es de la opinión de que “a la cerámica hay que meterle mucho corazón y pasión para que sean piezas con alma”, de ahí que afirme rotundamente que “eso de que todo vale por estar hecho con las manos, a mí no me sirve”. De hecho, cree fundamental que al primero que tiene que convencerle la pieza es a él: “En mi trabajo diario busco una cerámica con alma. Cualquier pieza que está hecha con el corazón, lógicamente bien trabajada con las manos, transmite, aunque no sepamos qué es concretamente, pero transmite algo”.

Es por ello que señala que en el momento que una pieza no le gusta, la deja de hacer inmediatamente y no sale de su taller, porque “no puedes vender algo que tú mismo no te crees”. De ahí que huya de las modas y tendencias y asegure que con su cerámica, busca que “lo útil sea bello y agradable”. En su opinión, “las cosas tienen que estar bien hechas, deben de tener su proporción, resultar agradables y transmitir algo”.

Confiesa ser muy crítico consigo mismo y piensa que en el trabajo hay que ser autoexigente con el fin de superarse constantemente. Por eso, aunque es un apasionado de su oficio, de vez en cuando necesita distanciarse de él, cortar por lo sano, para, de esta manera, poder acometer la renovación de su obra y darle un nuevo enfoque. Y, de hecho, no duda en señalar que, aunque dice no pensar mucho en ello, le aterra llegar a ese momento de no poder hacer algo diferente; algo, por supuesto, que todavía no ha ocurrido.

 

“A la cerámica hay que meterle mucho corazón y pasión para que sean piezas con alma.
Foto: Saúl García

OBRA MUY PARTICULAR

Define su obra como “tremendamente sencilla”, en cuanto a las formas, porque desde sus inicios ha apostado por ir suprimiendo elementos, como asas, patas, etc., hasta llegar “un poco a lo mínimo, a la forma básica, buscando una proporción que sea agradable; eso sí, acompañado con todo un trabajo de investigación de los esmaltes cerámicos, un mundo un poco casi inabarcable”.

La funcionalidad también juega un papel crucial en sus piezas, porque “al ser útiles no solo las ves, sino que también las tocas y transmiten sensaciones, mientras que si solo es decorativa solo te limitas a verla”.

Aun así, Fernando Alcalde destaca de su obra que “sirve tanto para decorar como para ser utilizada diariamente, porque busco que lo útil sea bello y agradable” y pone como ejemplo que “cuando vas a tomarte un café, cuidas el tipo de café y también debes cuidar el tipo de recipiente, que sea agradable y contribuya a que ese café sea realmente placentero”.

Cuencos, platos, jarrones, etc. conforman la gama de piezas de este artesano conquense, que, sin embargo, confiesa tener especial predilección por los cuencos. Y es que, a su juicio, “es una pieza tremendamente bonita, presente en todas las culturas y todas las épocas, además de sencilla y útil. Una maravilla”.

El cilindro, igualmente, da mucho juego en su obra, porque,  según dice, dependiendo de su altura y diámetro, se puede llegar desde un plato a un jarrón. Piezas, por cierto, a la carta y a gusto de los clientes, hasta el punto de que, por ejemplo, una vajilla nunca es igual que otra, ni en forma, número ni variedad.

 

 

Foto: Saúl García

CLIENTELA Y MATERIALES

Entre su clientela, hay tanto famosos como gente anónima. Y para él, “por un lado es apetecible que alguien muy conocido tenga una pieza tuya, pero también me da mucha satisfacción que alguien desconocido tenga obra mía y sea capaz de disfrutar con ella”.

Ha elaborado piezas para chefs con estrellas Michelin de la talla de los hermanos Torres, Mario Sandoval o Jesús Segura e, incluso, sus obras han compartido espacio con cuadros del impresionista francés Pierre Auguste Renoir en una exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid o han decorado la fiesta del 40 cumpleaños de Tamara Falcó el pasado año.

El gres y la porcelana han sido sus materias primas a lo largo de su dilatada trayectoria profesional. La primera, en sus inicios y, desde hace bastantes años, la segunda. Y es que la porcelana, a pesar de ser “un material muy difícil de trabajar”, permite, por el contrario, “conseguir unos grosores mínimos y su color blanco realza todos los colores de la decoración de una manera muy especial; a lo que se une su gran resistencia al ser necesario trabajar con altas temperaturas, más allá de los 1.280 grados centígrados”.

Aun así, elabora piezas tanto en gres como en porcelana, aunque de esta última sea la mayoría de su obra. Sin embargo, este otoño está probando nuevos esmaltes en gres y está obteniendo “resultados muy interesantes”, por lo que este material cobrará algo más de presencia en la obra de este artesano conquense, que, curiosamente, como él mismo dice, “es más conocido en Madrid, París, Frankfurt o Milán que en Cuenca”.