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La llegada del hombre a la Luna (visión Retrospectiva de la Cuenca de 1969)

Hace 50 años todo el mundo estuvo pendiente del acontecimiento y en Cuenca un “judas” astronauta puso su toque de humor festivo
 La llegada del hombre a la Luna (visión Retrospectiva de la Cuenca de 1969)
El Judas Astronauta que se colocó en la Residencia Provincial en sus fiestas septembrinas de 1969. (Foto Josevi)
20/07/2019 - José Vicente Ávila

En julio de 1969 Cuenca contaba con poco más de 30.000 habitantes. La ciudad terminaba por los caminos de la Mancha, léase carretera de Alcázar y el Poblado de Absorción “Obispo Laplana”, las Quinientas del dicho popular, con algunos caseríos diseminados hasta la ermita de San Antonio El Largo y el río Moscas, y se estiraba un poco, lindando con la vía férrea, por la carretera de Valencia, a salto de mata entre fábricas de madera y alguna construcción de viviendas como las que albergaban la clínica de San Fernando y la fuente del mismo nombre.

Pasando el Xúcar y la estación del ferrocarril de paseo diario, el futuro de bloques de viviendas se antojaba un tanto lejano, como ahora les parece a algunos muy lejana la estación del AVE. Han pasado 50 años de aquel 20 de julio de 1969, día en el que el hombre, vestido de astronauta, pisó por vez primera la Luna, visto en España de madrugada. Cuenca ha cambiado, aunque no lo mejor y próspera que todos quisiéramos.

Aquella madrugada de julio de 1969, con 19 años cumplidos, la recuerdo ante el televisor entre bostezos y golpes de sueño, pero muy despierto, cuando Armstrong dejó su huella en el suelo de la Luna y la voz emocionada y agigantada de Jesús Hermida se escuchaba en el televisor de blanco y negro. Un grupo de muchachos reunidos ante la pequeña pantalla, con permiso especial por aquello del horario, casi no dábamos crédito al acontecimiento histórico. La Luna ya estaba en el bote, como cantaría después la murciana Dolores Garrido, “porque la Tierra la conquistó”.

No había demasiados televisores en Cuenca en aquel verano del 69, pero en la madrugada histórica, las luces de muchas casas se encontraban en vela, en tensa espera, mientras en TVE ponían la película “Confidencias a media noche”, con Doris Day y Rock Hudson, en la que los dos protagonistas compartían la misma línea de teléfono lo mismo que nosotros compartíamos la misma (y única) pantalla de televisión.

Mariano Medina, el hombre del tiempo, había pronosticado que haría calor. Calor juliano, claro. Las isobaras dibujadas en la pantalla y esos mapas con hoyuelos y líneas oblicuas y circulares nos hacían imaginar que así podía ser el suelo lunar…, pero sin la fuente con chorrito de Pepe Isbert en “Bienvenido Míster Marshall”, aunque pensando cómo serían esos astronautas americanos de banderita de barras y estrellas… que iban a colocar en la Luna.

En la Playa Artificial, entre piraguas y bañistas, Victoriano Cañas, el gigantón “salvavidas”, acortó el tiempo del baño y el baile dominguero para que la gente se fuese a casa para presenciar el acontecimiento televisivo.

Las calles de Cuenca estaban vacías aquella noche de domingo a lunes, y sólo el sereno buscaba algún trasnochador que le llamase para ir a casa y acompañarle para ver la llegada del hombre a la Luna, que había sido la comidilla de la tarde dominguera, entre paseos por casa Torremocha, el Choko, la Churrería, la Martina o el Sotanillo, pues era costumbre tomar raciones en el paseo dominguero de los matrimonios, degustando los sesos rebozados, manitas de cerdo (las manitas se hacían en la última fila de las butacas del cine), los calamares, los cangrejos y las anchoas con boquerones.

En casa Bonilla, la horchata, y los hermanos Velasco con “pipas de calabaza y de las otras” y los helados en sus carritos de azul y blanco, en las esquinas. “Mirar arriba, que no vamos a ver un buey volando, sino el hombre en la luna”, decía en voz alta Jaime Velasco mientras colocaba el helado de vainilla en el cucurucho… (En el Vaticano, Mangana mora tocaba las horas… y la Plaza quedaba desierta con Fermín cerrando el bar donde servía “mochuelos” de vino, como Casa Botes, cita del capitán Bodegas y la compaña).

Todos pendientes de la llegada del hombre a la Luna, e incluso nos asomábamos a las ventanas para mirar al cielo estrellado por si podíamos ver la luna creciente, menguante o llena con el Apolo posado. Ya ven. Muchos prefirieron dormir, y no les despertó la voz de Hermida en esos ocho minutos en los que repetía con denuedo. “¡Observen ustedes, observen ustedes…!” Y mirábamos, observábamos en la pequeña pantalla aquel pie enorme del astronauta Alldrin que Hermida nos decía que podía ser como el de un bebé en sus primeros pasos. Allí estaba, en Cabo Cañaveral, el periodista conquense Raúl del Pozo, que contaba la crónica histórica para el diario vespertino “Pueblo”.

Dirigía el “Diario de Cuenca”, más conocido por “Ofensiva”, el burgalés Ángel Ríos Suárez, periodista sagaz y con personalidad que, con pocos medios, pero mucha ilusión, fue capaz de sacar una edición especial del periódico, a las tres de la tarde, para que los conquenses estuviesen mejor informados. A unos cuantos mocetes nos tocó repartir los ejemplares por los kioscos, gritando a viva voz: “¡El Diario, con la llegada del hombre a la Luna..!” Ha salido “Ofensiva”, decía algún veterano

En la Residencia Provincial “Sagrado Corazón de Jesús”, en sus fiestas de septiembre en honor de San Vicente, se colgó, de lado a lado de los pabellones, un “judas” que recordaba a Neil Armstrong. Luego lo quemaron, como era costumbre y soltaron una vaquilla de ruedas con cuernos de un toro que se había escapado del matadero y pasó el rellano de la Maternidad y Casa Cuna por la calle de Colón… Un valiente subido en el techo del ascensor logró avisar a la portera Elena del peligro que había, mientras los curiosos observaban desde la calle.

Un mes después, el 21 de agosto, Cuenca era noticia en “Abc” porque centenares de cazadores de numerosos lugares de España copaban la provincia conquense para la apertura de la veda de la codorniz. Escribía Martín Álvarez Chirveches, como corresponsal, que la carretera había unido, como una calle, a los cazadores de Madrid y Valencia con Cuenca, y que había más escopetas y perros que codornices por los bellos parajes conquenses.

En noviembre de ese mismo año 1969, el astronauta Charles Conrad, a bordo del Apolo-11, también pisaba la Luna. Él había sido comandante del Géminis que en 1965 había batido todos los récords, girando 170 veces alrededor de la Tierra. Antes de pisar la Luna, Conrad participó el 16 de octubre de 1966, en una fiesta campera en la localidad conquense de Saelices, en la finca de Villa-Paz de Luis Miguel Dominguín. En la edición del “Diario de Cuenca” del 18 de octubre, José Luis Muñoz Ramírez con su excelente pluma, y Antonio Texeda, con sus fotos para la historia, ofrecieron un magnífico reportaje titulado “Charles Conrad entró en la órbita taurina”.

Aunque hablaba muy poco español, Conrad le dijo a José Luis Muñoz que “para uno siempre es más difícil lo que no sabe hacer. Es mucho peor torear que volar”. En las fotos de Antonio Texeda aparecían Conrad y Luis Miguel Dominguín toreando en Villa-Paz, e incluso Lucía Bosé, tocada con un sombrero cordobés, se subió al caballo de picar. A Conrad le acompañaba en Saelices el embajador norteamericano Angier Biddle Duke. (Sólo habría faltado El Fary con su toro enamorado de la Luna…)

El cine de humor español también se apuntó a la aventura espacial y lunar con la película “El astronauta” en la estación de Minglanillas, en alusión a la base de Fresnedillas, con Tony Leblanc como protagonista, y con José Luis Coll en el reparto de actores secundarios de esta humorada cinematográfica, que nos ha recordado algunas tardes sabatinas “Cine de Barrio”, en la que al final de la película el astronauta Pepe, vestido de tal guisa, se encuentra a una vaquilla, que como dijo Conrad en Saelices, “es mucho peor torear que volar”.

Han pasado cincuenta años de aquella noche-madrugada de julio en la que los astronautas pisaron la Luna, y todo el mundo estuvo pendiente del acontecimiento y en Cuenca un “judas” astronauta puso su toque de humor festivo. La Luna estaba en el bote…