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"El tatuaje es una adicción, cuando te haces uno luego ya no paras"

Esta tatuadora dedica muchas horas a buscar diseños, composiciones, combinaciones de color y técnicas para que el resultado represente lo mejor posible la idea que trae el cliente
"El tatuaje es una adicción, cuando te haces uno luego ya no paras"
Foto: Saúl García
25/02/2018 - M.Jiménez

Una aspiradora con ojos en el trasero. Ese es el tatuaje más extraño que ha tenido que realizar Laura González Egea, gerente y tatuadora de Musa Tattoo que en marzo celebra el segundo aniversario desde que abrió sus puertas en Carretería.

Con una plantilla de tres tatuadores y un anillador de piercings, trabajan todo tipo de estilos, desde el realismo, al mandala o elementos geométricos, en blanco y negro, sombreado o color y “tapan” tatuajes antiguos o cicatrices, entre muchas otras posibilidades.

En Musa Tattoo dedican muchas horas a buscar diseños, composiciones, combinaciones de color y técnicas con el fin de que el resultado represente lo mejor posible la idea que trae el cliente, cuyas demandas se atienden de una forma completamente personalizada.

Los gustos y preferencias “dependen un poco de la época o el rango de edad”, explica, al tiempo que admite que, como toda corriente artística, también el tatuaje se encuentra en continua evolución.

Aunque la tendencia actual en Europa son los tatuajes más transgresivos, con fusión de técnicas, Laura Egea reconoce que en España “no hay tanta clientela que se atreva a hacerse algo más novedoso” y que lo que más demandan los conquenses son frases y tatuajes pequeños.

La “última moda”: tatuarte la huella de tu hijo, su nombre o brújulas y relojes con su fecha de nacimiento, tatuajes que los padres conquenses solicitan cada vez con más frecuencia. En todo caso, lo importante, a su juicio, es “lo que tú quieras representar con tu tatuaje y cómo quieres que se vea” y reconoce que lo más complicado llega cuando el cliente “quiere meter muchísimos elementos en un tatuaje”.

“Siempre tenemos un debate y a veces chocamos en ese sentido”, confiesa, consciente de que el cliente “no tiene por qué saber qué es lo mejor para su piel o lo que le queda mejor”.

El perfil del cliente es muy amplio y abarca desde jóvenes de 18 años a mayores de 80 interesados en una mejora estética, ya que no hay una edad para hacerse un tatuaje.

No obstante, los interesados sí deben tener en cuenta la presencia de afecciones en su piel como la dermatitis, si están recibiendo quimioterapia, tienen alergias o son diabéticos por lo que están obligados a rellenar un formulario de consentimiento y los menores deben ir acompañados de sus progenitores.

En este local también se puede adquirir ropa y bisutería alternativa y en él recalan cada semana clientes procedentes no solo del resto de la provincia y la región, sino también de zonas próximas como Madrid o Valencia, atraídos por el afán del equipo por intentar innovar e ir siempre “un paso más allá”. ”Nunca dejamos de estudiar para ir viendo nuevos estilos y técnicas e ir un poco de la mano de Europa”, afirma la tatuadora, para quien, al igual que reza el eslogan de este establecimiento, el tatuaje “es una adicción, un vicio porque, cuando te haces uno, luego no paras, lo quieres más grande o con más color”.

Y es que un tatuaje representa la personalidad de quien lo lleva, su historia y filosofía de vida, sus sueños, anhelos y expectativas y, aunque pueda borrarse con láser, “siempre va contigo”.