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"Las pequeñas bodegas hacen un trabajo fantástico por posicionar al vino de La Mancha"

Cristina de la Calle, Premio Excelencia 2016 en la vigésimo tercera promoción de la Cámara de Comercio de Madrid, es la responsable de maridar con vino las propuestas de Trivio
"Las pequeñas bodegas hacen un trabajo fantástico por posicionar al vino de La Mancha"
Fotos: Saúl García
13/03/2018 - M. Jiménez

Un vino nunca debe restar protagonismo a la comida y viceversa. Así lo asegura la sumiller Cristina de la Calle que, cada día desde hace siete meses, busca en Trivio la “magia” de lograr “el equilibrio en el que exista la simbiosis perfecta entre ambos para degustar un plato”.

Premio Excelencia 2016 en la vigésimo tercera promoción de la Cámara de Comercio de Madrid, esta madrileña ejerce como sumiller desde el año 2007, cuando comenzó a trabajar en el restaurante Rodrigo de la Calle, estrella Michelín desde 2011 y donde coincidió con su actual jefe, Jesús Segura.

Desde entonces ha afrontado varios proyectos de gestión de vinotecas, enotecas, asesoramiento en cartas, vinos en restaurantes y organización de eventos y catas tanto para profesionales como para aficionados y, desde agosto de 2017, trabaja en este restaurante conquense “defendiendo los vinos manchegos”.

Como máxima responsable de la bodega de Trivio, admite que el protagonista “indiscutible” de la misma es el vino de La Mancha, del que es posible paladear hasta una quincena de referencias y que se consume mucho, algo que le “agrada bastante”, al igual que “ir descubriendo pequeñas bodegas que están haciendo un trabajo fantástico por posicionar al vino de La Mancha donde se merece”.

Y es que, a juicio de esta experta, los caldos manchegos son “extraordinarios, no solo en la provincia, sino en toda la comunidad”, que disfruta de “una gran riqueza” vitivinícola y aporta productos “únicos por el clima y por el suelo, factores que enriquecen al producto final y le dan una seña de identidad” como baluartes de una de las viticulturas “más antiguas del mundo, que cuenta con unos vinos únicos y, por naturaleza, ecológicos”.

Su pasión le “vino muy joven” y recuerda cómo le encantaba conversar con un tío suyo, hermano de su padre, que, “con historias bonitas”, le explicaba todos los detalles del vino que cada día acompañaba a la comida familiar.

Así, mientras estudiaba Geología, lo que le “vino muy bien en la parte del terruño, del suelo”, de forma autodidacta comenzó también a documentarse e hizo el Master de sumillers del Wine & Spirit Education Trust. Ahora se siente “agradecida por haber tomado la decisión” de apostar por su afición.

En Cuenca, la sumiller admite sentirse “muy arropada” por el equipo de Trivio, a cuyos integrantes agradece “la oportunidad y el respeto que tienen a esta profesión”, así como por los clientes, “que te respetan, te valoran y te permiten que trates de hacerles felices con los sentidos”.

Consciente de la importancia de que un sumiller cuente con una “base teórica sólida” que le permita explicar “por qué un vino es como es o por qué se puede o no encontrar en un determinado sitio”, su “objetivo” ahora es seguir aprendiendo, lo “más bonito” de su día a día junto a la posibilidad de conversar con los comensales, con los que hace de “psicóloga” y a los que pide que se dejen aconsejar en su afán por “hacerles felices” con el mejor acompañante que, a su entender, uno puede tener en el viaje “de los sentidos”.