A sus 11 años, Danilo Ivanivk se prepara para subir a un escenario que jamás imaginó. Este viernes, el joven ucraniano recibe un reconocimiento en el Día de la Enseñanza de Castilla-La Mancha por su integración ejemplar en el sistema educativo. La noticia llegó como una sorpresa absoluta para él y su familia. “Yo no sabía nada… fue una sorpresa muy grande”, explican Danylo con timidez. Su madre, Lidia, lo confirma entre risas: “Esta sorpresa es para todos. No esperamos nada. Él estudia y estudia, nada más”.
La familia llegó a Tarancón en mayo de 2022, huyendo de la inseguridad derivada de la guerra en Ucrania. Aunque proceden de Chernivtsi, una región más tranquila, la incertidumbre les obligó a marcharse. En la localidad conquense ya vivía la hermana de su madre, lo que facilitó el duro proceso de empezar de cero. Él no se incorporó al colegio Duque de Riánsares hasta septiembre y acabó el curso de forma telemática. “No sabía nada de español”, detalla el alumno.
La adaptación no fue sencilla. “Fue un poco difícil”, admite. Sin embargo, su avance en el idioma fue sorprendente: “Un mes”, afirma cuando se le pregunta cuánto tardó en desenvolverse. Aun así, reconoce que “no fue fácil” aprender español. Su madre añade que el sistema educativo ucraniano es más exigente y estricto: “Allí los profesores son más severos”, explica. Danylo asiente sin dudar. Quizá por eso aquí se siente más cómodamente acompañado por sus profesores y compañeros.
El alumno cuenta que ahora está plenamente integrado. “Estoy cómodo aquí”, explica. Sus asignaturas favoritas son Educación Física y Matemáticas, algo que, curiosamente, no ocurría en Ucrania. “Aquí le gustan mucho más”, detalla Lidiia. Sus notas, asegura el propio Danylo, “van bien”.
Tres años después de su llegada, Danylo representa la historia silenciosa de muchos niños que han tenido que rehacer su vida lejos de casa
El premio que recibe este viernes supone un estímulo más para continuar su camino en España. “Sí”, responde sin dudar cuando se le pregunta si este reconocimiento le motiva a seguir estudiando e implicándose en el colegio.
Aunque está adaptado, Danylo no renuncia a sus raíces. En casa siguen cocinando comida ucraniana y, aunque Tarancón presume de gastronomía, y haya probado algunos dulces típicos como los borrachos, confiesa entre risas que les gustan más los de Ucrania.
Tres años después de su llegada, Danylo representa la historia silenciosa de muchos niños que han tenido que rehacer su vida lejos de casa.