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Educación

Un aula que abre caminos hacia la vida adulta

El IES Luisa Sigea de Tarancón tiene un aula de TVA, que acompaña a adolescentes con discapacidad para que ganen autonomía, autoestima y un futuro propio
Fotos: Saúl García
11/12/2025 - Rubén M. Marco

Ensayar cómo será su vida adulta e ir adquiriendo autonomía acompañados de sus docentes y tutores. Ese es el principal objetivo que persigue el aula de Transición a la Vida Adulta del IESO Luisa Sigea de Tarancón, un recurso único en la provincia de Cuenca que acompaña a adolescentes con discapacidad entre los 16 y los 21 años.

Esta aula se puso en marcha en el año 2021, en el mismo momento en que abrió sus puertas el centro educativo, cumpliéndose así una demanda histórica de la comarca, ya que hasta entonces los chicos y chicas de Educación Especial apenas tenían opciones reales para seguir en la educación pública. 

Así lo recuerda el director del centro, José Luis Roldán García, quien detalla que esta aula de Transición a la Vida Adulta se ha convertido en estos años en una referencia ya no solo comarcal, sino también provincial. Este curso acoge a una docena de alumnos ya no solo de Tarancón, sino también de localidades cercanas como Barajas de Melo o Villarrubio. 

 

El progRama se organiza en TVA Básica y TVA Capacitación, para dar respuesta a los alumnos que necesitan más apoyo y a los que tienen mayor autonomía
Foto: Saúl García

Hasta los 16 años, estos jóvenes disponen de un aula en el colegio Gloria Fuertes de Tarancón, y de ahí pasan al Luisa Sigea para aprender a moverse por el mundo con más autonomía, más herramientas y, sobre todo, con la certeza de que tienen un lugar.

“Es lo que da respuesta a la Educación Especial entre los 16 y los 21 años”, resume el director. “Y además enriquece a todo el instituto: conviven con el resto del alumnado, participan en actividades, salen juntos… Se normaliza la discapacidad, se vive con naturalidad”, destaca orgulloso Roldán.

El programa se organiza en dos grupos: TVA Básica y TVA Capacitación. En Básica están los chicos y chicas con más necesidades de apoyo; en Capacitación, quienes tienen una mayor autonomía y pueden asumir aprendizajes más vinculados al mundo laboral.

En el aula de Básica, la tutora es Alba Palencia Fernández, y empieza cada mañana con una rutina muy marcada. “Trabajamos con una agenda visual y pictogramas: asamblea, trabajo en mesa, aseo, almuerzo, recreo, relajación…”, explica. Y es que, tener todo estructurado les da seguridad. Al mismo tiempo, trabajan habilidades motoras, autonomía personal, aseo, aspectos sociales… todo lo que les haga más funcionales en el día a día”, insiste.

 

Foto: Saúl García

Las salidas al entorno del instituto también forman parte del horario. “Vamos a la piscina, a la biblioteca, al mercadillo. Allí practicamos el manejo del dinero, cómo cruzar un paso de cebra, esperar en un semáforo, respetar turnos…”, cuenta Palencia. “La idea es que lo que se aprende aquí se utilice fuera. Ellos necesitan ver la utilidad de lo que hacen”.

En el TVA de Capacitación, la tutora Angélica de la Torre Motos empieza el día con una pequeña asamblea. “Muchos vienen con emociones muy intensas, problemas que para ellos se hacen grandes. Hablamos de cómo están, qué necesitan, y a partir de ahí entramos a clases de materias como lengua o matemáticas”, explica De la Torre. “Al final cerramos siempre el trabajo preguntando qué han aprendido y para qué les va a servir. Necesitan sentir que lo que hacen tiene sentido”.

Esa sensación de sentido y progreso es, quizá, el cambio más profundo. “En la ESO se sentían abandonados, así lo han dicho ellos”, reconoce De la Torre. “Aquí se les escucha, se les acompaña y se les marcan caminos distintos según lo que cada uno necesita. Eso les hace sentirse competentes”.

El orientador del centro, Alberto Carmona, lo ve en conjunto: “Todos los alumnos tienen discapacidad intelectual, a veces acompañada de otras dificultades. El aula empezó con muy pocos alumnos, pero el programa se ha consolidado y ahora estamos cerca de la ratio máxima”, explica. “Hay dos perfiles claros, básico y capacitación, y lo que vemos es que cada año van llegando más chicos de la comarca. La demanda va a seguir creciendo”, pronostica Carmona.

El aula de Transición a la Vida Adulta se ha convertido en un espacio donde se confirma que la diversidad funcional está llena de oportunidades de futuro

La integración en el mercado laboral se da en mayor medida gracias al taller de artes gráficas, donde el profesor Chema Millán Arcas convierte encargos reales en experiencias de aprendizaje. “Trabajamos diseño gráfico básico, maquetación, impresión digital, manipulado y acabado”, detalla Millán. “Todo a nivel sencillo, pero siempre con procesos reales: el objetivo es que sientan que son capaces de crear un producto final”.

Las colaboraciones con el Centro de la Mujer de Tarancón o con la Junta de Hermandades y Cofradías de Semana Santa de la ciudad han llenado el taller de carteles, cuadernillos, bolsas, chapas y llaveros.

La Auxiliar Técnico Educativo, Raquel Amo Ruiz-Capillas, es el apoyo constante y discreto que acompaña a los alumnos del aula de TVA en todo aquello que no es académico, pero que resulta esencial para su autonomía. Su labor va desde ayudar en la higiene personal, la alimentación o los desplazamientos por el centro, hasta supervisar recreos, salidas o actividades externas como la piscina y la biblioteca. También ofrece apoyo emocional, anticipa rutinas, gestiona pequeños conflictos y coordina estrategias con las tutoras para favorecer la calma y la participación.

En el día a día, Amo adapta cada gesto a las necesidades individuales de cada alumno, guiándolos para que sean más autónomos, seguros y capaces de pedir ayuda cuando la necesitan. “Es un trabajo con una utilidad muy real y un impacto directo en su vida”, explica. Ver su progreso y cómo ganan independencia y confianza es, para ella, la mayor recompensa y la razón por la que habla de este trabajo con tanto orgullo.

Además, este recurso de TVA cuenta con el aula multisensorial. Ahí, la especialista de audición y lenguaje Débora Cano Moya trabaja otra dimensión igual de importante: la comunicación y la calma. “Imparto talleres de estimulación del lenguaje para que sepan pedir, expresar necesidades, desenvolverse”, explica. “En el aula multisensorial conectamos todos los sentidos: táctil, visual, auditivo… Es un espacio muy adaptado a sus necesidades, que les ayuda a regularse y a estar más preparados para aprender”.

 

Foto: Saúl García

Pero lo que realmente se consigue no lo pueden explicar los docentes y tutores, sino los propios chicos y chicas que forman parte del TVA de Capacitación. “He aprendido a manejar el dinero, a ubicarme en Tarancón, a trabajar en equipo y a ayudar a mis compañeros”, cuenta Manuel Bellisca López, que se siente más independiente desde que llegó.

A su lado, Vega Cañamero García enumera sus momentos favoritos: “Me gusta escribir y pintar, ir a música, Educación Física, el recreo… y las salidas de los jueves al mercadillo y a la piscina”, dice con timidez. En el taller, presume de estar haciendo “llaveros y libretas para el Día de la Eliminación de la Violencia de Género”.

Luna mira más lejos, hacia el futuro. “Lo que más me ha gustado es aprender para poder en la vida defenderme”, afirma con rotundidad, ya que a ella le gustaría trabajar. “De todo me apaño”, añade, segura de que la formación que recibe aquí le está abriendo puertas.

Para Julio César Castellanos Arcos, el TVA ha supuesto algo muy profundo. “Me siento orgulloso de poder sentirme realizado en clase”, confiesa. Disfruta especialmente cuando aprende algo nuevo en el taller de papelería y manualidades. Y lanza una reflexión que ha emocionado al equipo: “Aquí estamos muy bien, pero también debería haber algo como esto para los más pequeños”, comentó en una de las sesiones. “Se refería a un programa tipo Educación Básica Obligatoria para edades anteriores”, aclara Angélica De la Torre. “Es una demanda que ha salido de él solo, y dice mucho de cómo ve la necesidad de apoyo para otros compañeros”.

 

 

Foto: Saúl García

Mauri Mejías Torres resume el programa a su manera: “Aprendo las cosas del examen con Angélica, plastifico carnés con Chema, corto para encuadernar, salgo al patio a jugar al baloncesto… Me sirve para ayudar a la gente. Es una fuente de aprendizajes”, dice con orgullo.

David Rafal ha ganado confianza gracias a estar presente en el aula de TVA. “Este año he estado ayudando a mis compañeros, hago los exámenes de lengua y matemáticas, ayudo con los calendarios…”, enumera. Pero si tiene que elegir, lo tiene claro: “Lo que más me gusta son las salidas de los jueves. Vamos a la piscina, luego al mercadillo y a la biblioteca”, cuenta. Allí saca y devuelve libros, el último, ‘Los Futbolísimos’, y entre sus favoritos se encuentra la saga de Harry Potter, dice con una sonrisa.

“Para ellos un pequeño paso es enorme”, reflexiona Angélica De la Torre. “Cuando aprueban un examen, se van corriendo a enseñárselo al compañero de al lado, ya que valoran muchísimo cada logro”. Y ese entusiasmo se contagia, deja claro, dado que “es una satisfacción muy grande ver que lo que enseñamos les sirve, que cada uno progresa a su ritmo”, añade Palencia.

Al final, el aula de Transición a la Vida Adulta del IES Luisa Sigea es mucho más que un recurso educativo al uso, puesto que se ha convertido en un espacio donde se confirma que la diversidad funcional está llena de oportunidades. “Ellos tienen capacidades útiles e igual de válidas que las de los demás”, insiste De la Torre. “Solo necesitan caminos distintos para llegar al mismo objetivo: una vida adulta autónoma y digna”. Y en Tarancón, ese camino ya tiene aula, nombres y muchas historias dispuestas a seguir creciendo.