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Un apasionado saltamontes

Duke Ellington, Count Bassie, The Temptations, J.J. Cale, Dr. Feelgood, James Brown, John Lee Hooker, los Eagles, Eric Clapton o Sera Cahoone pero también, ¿por que no? pues por ejemplo Quique González, Max Gómez, Lara Rosales o la propia Ana Moura al hilo de su gira por nuestro país… De lunes a viernes, desde las cuatro a las cinco de la tarde, entre dos programas tan clásicos de la parrilla de Radio 3 como ‘Cuando los elefantes sueñan con la música’ de Carlos Galilea y ‘Disco Grande’ de Julio Ruiz, el ‘Saltamontes’ de Ángel Lobo brinquea, espléndido y generoso, desde RNE en Cuenca a nuestros receptores, saltando del folk al jazz, del pop al soul, en un atractivo atrás y adelante a través del más o menos medio último siglo, casi el propio lapso vital de su creador, de la música popular –anglosajona mayoritariamente pero no, cual más arriba queda explícito, en exclusiva- haciendo las delicias de tantos como a esa primera hora de la tarde sintonizan –sintonizamos– la veterana emisora. Puertollanense de origen, conquense ya tras tantos años –desde 1986– de estancia y total asentamiento en la ciudad, periodista al que sin embargo los avatares profesionales acabaron colocando como técnico de control –como más que buen técnico, por otra parte– de la veterana emisora conquense, Ángel Lobo tuvo desde siempre a la música como dedicación y compañera en las ondas desde aquel ‘Tren de Noche’ que pusiera en circulación por sus ciudadrealeñas tierras a sus jazzísticos y blueseros “quesitos” para Radio 5 pasando por alguna inolvidable ciudad sonora. Hoy, con el mismo buen gusto que siempre le caracterizó, con toda la acumulada sabiduría de su inagotable fondo de armario memorio-musical y con su equilibrado saber estar ante el micrófono continúa compartiendo con nosotros (y que, por Dios, siga por mucho tiempo), desde la programación de una Radio 3 que va camino ya de su treinta y cinco cumpleaños convertida en claro referente de la radiodifusión española, su pasión por la música, esa pasión que, como él mismo ha dicho, su ortóptero espacio –a caballo de la nostalgia y el recuerdo del ayer pero sin olvidar sus ecos en un hoy al que mira, sagaz, con el rabillo del ojo– reivindica en estado puro.