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Turismo y sostenibilidad

Más allá de la desde luego que aplaudible varia y numerosa programación de actividades que las instituciones conquenses han anunciado con ocasión, este sábado, del Día Mundial del Turismo, bueno sería que todos aprovecháramos esa celebración para meditar y debatir cómo ese más y más creciente fenómeno, convertido en arrolladora actividad de masas, afecta a nuestra vida cotidiana y cómo deberíamos plantearnos hoy nuestra actitud ante él considerando sus características actuales y sus pros y sus contras,  sus luces y sus sombras, vaya. Porque, más allá de polémicos hechos puntuales como la tan presente hoy en los medios cuestión de la desbocada proliferación de pisos turísticos y su incidencia en la cotidianeidad de la ciudadanía, sería más que oportuna una reflexión seria sobre la totalidad del hecho. Una reflexión que además parece en esta ocasión especialmente propiciada por el propio lema con la que este año se presenta esa celebración: turismo y transformación sostenible. Es una propuesta que pone así el foco sobre el potencial transformador del turismo como agente de cambio social pero subrayando la lógica necesidad de que tal actividad opere de manera positiva más allá de su mera condición de vector económico con un enfoque bien planificado e inclusivo que sitúe a la sostenibilidad, la resiliencia y la equidad social en el centro de su desarrollo y en la toma de decisiones para su práctica. Y para ello resulta imprescindible, como han señalado los propios propulsores de la celebración “una planificación estratégica, un seguimiento riguroso y el establecimiento de prioridades claras que se ajusten a los objetivos de una sostenibilidad a largo plazo”, mediante “un enfoque bien planificado e inclusivo que sitúe esa sostenibilidad, la resiliencia y la equidad social en el centro del desarrollo turístico”; sólo así, nos dicen, podrá hacerse realidad –benéfica realidad– ese potencial transformador del turismo como agente de cambio positivo. ¿Herramientas y acciones para ello?... pues déjenme que me vaya de nuevo a la propia nota conceptual publicada al hilo de la celebración por ONU Turismo en la que claramente se afirma que esa transformación del turismo en turismo sostenible, y por tanto deseable, “debe comenzar con una gobernanza eficaz y una planificación centrada en las personas” por lo que “es fundamental invertir en educación y capacitación, en particular para los jóvenes, las mujeres y las comunidades en riesgo de exclusión”,  lo que evidentemente “requiere que los gobiernos y las partes interesadas confieran prioridad a la creación de programas educativos y de formación profesional, accesibles y de alta calidad, que se adapten a la evolución de las necesidades del sector turístico y doten a las personas de la capacidad pertinente para destacar y potenciar con vigor el progreso colectivo” además de impulsar una innovación estratégica y un emprendimiento responsable mediante una planificación para la que “la digitalización y los modelos de negocio innovadores brindan oportunidades ingentes”; una planificación que también tenga en cuenta como otro elemento fundamental la gestión responsable de los recursos naturales. ¿Pues qué quieren que les diga?: que amén y a por ello.