Todo un ejemplo

Para el próximo martes día 15, que es la fecha prevista para la firma de la correspondiente acta de replanteo, está fijado el inicio de las obras para la durante tanto tiempo, ¡ay!, postergada rehabilitación del Alfar de Pedro Mercedes en nuestra capital, obras cuyo contrato se formalizaba el pasado mes en las oficinas del Consorcio de la Ciudad con la empresa que fue la adjudicataria del proceso de licitación iniciado por ese organismo. Unas obras que, adjudicadas por una cantidad de casi seiscientos once mil euros y con un plazo de ejecución de un año, contemplan, según se informó en su día, trabajos de conservación y consolidación encaminados a revertir el proceso de deterioro sufrido por el edificio y la creación en él tanto de un itinerario expositivo como de espacios de uso cultural y docente para talleres de enseñanza y práctica de la cerámica y demás artes plásticas, así como salas de conferencias y de reuniones para los ciudadanos y vecinos del barrio de San Antón en el que se ubica. No ha tenido este comentarista oportunidad de echarle un ojo al proyecto concreto pero en él pensaba precisamente días atrás con ocasión de su personal descubrimiento de FORMMA, el pequeño Museo de la Cerámica Manchega que, en la localidad ciudarrealeña de Alcázar de San Juan, acoge la colección particular del coleccionista Jesús María Lizcano Tejado. Ubicado en la zona denominada como Granero de las Monjas del antiguo Convento de San José, un edificio del siglo XVII, es todo un ejemplo, tanto desde el punto de vista estético cuanto del funcional, de, primero, la adaptación de un edificio de en principio bastante reducidas dimensiones y de en cierto modo muy especial y limitativa configuración a la condición de espacio expositivo (incluyendo la accesibilidad de sus instalaciones para personas con discapacidades físicas) y, luego, de una acertadísima presentación de sus fondos: la diafanidad, sencillez y acertado gusto de los espacios creados en sus tres plantas, cada una dedicada, bajo acertados epígrafes, a una temática diferente de la cerámica manchega, causaron en quien esto firma la más grata impresión. Ojalá el proyecto que por fin y afortunadamente, tras tanto tiempo de espera, va a llevarse a cabo en el inmueble que en la hoy llamada avenida de Los Alfares fuera el sancta sanctorum de nuestro más ilustre ceramista pueda –salvando las lógicas diferencias entre las características y proyectados fines de cada uno de los edificios– darle cumplida réplica de calidad y acierto por estos nuestros lares al ya digo que espléndido ejemplo de rehabilitación y acomodación de una construcción histórica a sus sobrevenidos fines expositivos y didácticos del pequeño museo alcazareño.