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Títeres y titiriteros

Larga y continuada ha sido la relación de Cuenca con el mundo del títere desde aquellas entrañables funciones montadas por Ángeles Gasset con sus “curritos” en su casa de la calle de San Pedro a las actuales presencias,  erre que erre, aquí seguimos, de grupos como La Cacaramusa, los Títeres de Mambrú-La Máquina Real, Marah Nui, el Teatro de Cuentos de Paula Carbonell o –perdón por los que en este momento se me olviden que escribo este texto sin más apoyo documental que mi memoria– esos Títeres Larderos con los que Ángel Suárez sigue dando el callo con sus Pelos, Sapo y Sepo en tanto que en paralelo continúa como organizador brindándonos las funciones finesemaneras en las que sábado a sábado trae al Centro Cultural Aguirre, en funciones especialmente dirigidas al público más familiar, compañías procedentes de todo el panorama nacional, pasando desde luego por las ya, ¡ay!, desparecidas citas bianuales de Titiricuenca que se despidieron al hilo del también adiós en 2022 –apunten otro doloroso ¡ay!– de la Asociación de Amigos del Teatro que nos dijera ahí nos vamos, nos tenemos que ir, tras, mentira parece, medio siglo de dale que te dale, y sin olvidar por supuesto los títeres de cachiporra que durante tantos años tenían  participación obligada en la agenda de las celebraciones estivales de la Feria de San Julián.   Esa tradición, ese tú a tú de Cuenca con el mundo mágico del títere y el guiñol, se ha marcado estos días un nuevo y gozoso aquí estoy con la apertura el pasado día 13 en la cercana localidad de Palomera –ahí al lado, vamos– de esa Casa de las Marionetas que el precisamente cacaramusero Fernando Moya ha montado para, además de tenerla como sede su actividad profesional y base de producción para sus propuestas escénicas, va a prestar también –comenzando este mismo fin de semana, tras la representación el pasado para los vecinos de la propia Palomera y de Molinos de Papel de “El mono y la cometa”,  con la presencia de alguien tan prestigioso en el sector como Horacio Peralta– a realizaciones ajenas tanto del mundo específico del títere como en general del ámbito de las Artes Escénicas y Musicales, a más de conformarse como ámbito para la impartición de cursos y talleres de formación dirigidos a profesionales, docentes, estudiantes de Escuelas de Artes Escénicas o niños y niñas en campañas escolares, y que dispone asimismo de una zona expositiva con una muestra de marionetas tanto de la propia compañía como de las más varias procedencias en complementario escaparate  de la riqueza de técnicas y caminos expresivos de tan fascinante universo. Es, congratulémonos de ello, la feliz concreción de una  iniciativa que recibiera premio en el Primer Concurso de Proyectos Empresariales INTEGRA 4.0 de la Diputación Provincial conquense. Gracias, Fernando y, como suele decirse en el mundillo teatral –en tu caso el titiritero o titerero que dicen que es vocablo que suelen preferir bastantes de sus ejecutantes–, ¡mucha mierda!