Aberraciones
Como “grave error del entendimiento” define el Diccionario de la Real Academia de la Lengua el vocablo “aberración” en tanto que en la segunda habla de “acto o conducta depravados, perversos, o que se apartan de lo aceptado como lícito”, dando como sinónimos de la primera los de “error, equivocación, disparate, despropósito, dislate, desatino, desvarío, yerro” y de la segunda los de “perversión, vicio, perdición y extravío”. No creo que ni la primera ni la segunda de esas acepciones encajen más a la perfección en un tan reciente hecho de nuestra delirante actualidad política internacional: esa carta que el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu entregara días pasados al presidente estadounidense Donald Trump proponiéndolo para el premio Nobel de la Paz al comienzo de su compartida cena en amor y compaña en la Casa Blanca, magnífico ejemplo de inmoral ofrenda de complicidad de un político sobre el que pesa una orden de arresto de la Corte Penal Internacional por presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad y cuyo gobierno habla sin pudor alguno de la posibilidad casi inmediata de un campo de concentración masivo para el pueblo gazatí masivamente asesinado día tras día por sus tropas, a quien –menuda pareja– no hace mucho más de dos semanas antes había ordenado un bombardeo de alto riesgo sobre tres instalaciones nucleares iraníes mandando al traste cuatro décadas y media de política diplomática de contención y no ha dudado tampoco en concebir precisamente una Gaza arrebatada a sus legítimos ciudadanos para ser convertida en resort turístico para millonarios… Claro que si tornamos la mirada para echarle un vistazo a otra realidad política más cercana, la de nuestra propia agenda nacional, vaya si no cabe aplicar ese mismo vocablo –“aberración”– a esa tan entre, también, donaldtrumpiana y nazi declarada intención de VOX –¡ay esos tan netos ecos en ella de la AFD, Alternativa para Alemania!– de deportación, bueno no, oiga, de “reemigración”, de cuanto emigrante que al cruzarse en su camino consideren ilegal o no adaptado aunque –y aparte ya, aunque debería ser lo principal a considerar, de lo inhumano, ilegal e inmoral del plan– sea a costa del despropósito –ya saben mi costumbre, vuelvo de nuevo al diccionario de la RAE, “dicho o hecho fuera de razón, de sentido o de conveniencia”– de dejar a tantos de nuestros mayores sin quien les cuide, a nuestros campos sin quien recoja sus cosechas y a nuestra seguridad social sin la hoy por hoy no ya tan necesaria sino imprescindible muleta económica para su mantenimiento que comportan sus aportaciones, al tiempo que van sembrando la semilla del odio entre nosotros, sus conciudadanos, con sus tergiversaciones, inexactitudes e incluso descaradas mentiras para poner sobre el tablero del debate público un problema que en modo alguno, si atendemos tanto al testimonio de los datos como, qué demonios, a nuestra propia personal experiencia cotidiana no, pero que desde luego que no, lo es.