Soledad junto a las Hoces
Entre dos ríos te parieron,
donde se inventó la calma
de aquellos que conocieron
la grandeza de tu alma.
Quiero morir en las hoces,
donde sólo se oye el viento,
muy lejos, de aquellas voces
de penas y desalientos.
Cuenca podría ser mi tumba,
el Júcar, mi voluntad
y el Huécar, que retumba.
¿Por qué no ser realidad?
Quiero dejar mi legado
a los pinos, a la sierra,
a los dones de tu tierra,
a tu presente, a tu pasado.
Suenan campanas al viento,
en el recodo del río
mientras me alejo contento
respiran el aire mío.
Concepcionistas que miran
el paso lento del río
mientras sus sueños expiran
como expiramos los míos.
También recuerdo mi cuna,
cuna del Guadalquivir,
y el influjo de la luna,
dónde yo empecé a vivir.
Mis caminos se separan
viendo este nuevo paisaje,
como si todo empezara
viendo un nuevo paisanaje.
Conquense, que vas leyendo
mis letras con devoción,
sigue por siempre creyendo
en Cuenca, ¡¡con corazón!!