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El ser-no ser de Carretería

Ahora así, ahora asá, de su anterior condición de vía abierta al tráfico de vehículos a su actual tornadiza semipeatonalización –de la tabla al adoquinado y a ver por dónde nos la cruza el autobús, ojo, cuidado con esa bicicleta–  lo cierto y verdad es que el, discúlpenme el anglicismo, “look” de la tradicionalmente más significativa vía urbana de nuestra capital provincial, Carretería, no ha llegado a cuajar en ese traje urbano que, conjugando su tradición, sus propias necesidades funcionales, su más o menos perdida o en decadencia realidad económica –¡ay, lo que fue y lo que es!– y las lógicas demandas tanto prácticas como estéticas del ahora  en el que, a punto casi ya de cumplirse el primer cuarto de nuestro actual  siglo, la usamos y vivimos conquenses y visitantes, debería tener. Convertida de alguna manera en emblema mismo de la propia evolución de la ciudad y espejo del obligado reto de su entera realidad urbana a adaptarse a lo que el hoy le reclama, es más que necesario que peleemos para que, dejando atrás su en los últimos tiempos titubeante balanceo entre el ser y el no ser, pueda ponerse a la altura de nuestro exigente hoy vistiéndose un traje que no siga siendo un ahora este modelo, mañana esotro, cual hemos venido padeciendo, sino un terno a más de adecuado con un cierto marchamo de duración –nada es, ya lo sabemos, para siempre en nuestras humanas viñas pero que, por Dios, nos dure una razonablemente prolongada etapa– y al tiempo goce de la mayor aceptación ciudadana posible. Por ello no deja de ser más que razonable ese escrito que el grupo municipal popular en el consistorio ha remitido a su equipo de gobierno en el que, según información publicada por este mismo semanario en el que este artículo aparece, pide detalle de las actuaciones que al respecto parece que se piensan llevar a cabo más allá de los apuntes contenidos en las declaraciones del alcalde a finales del pasado año avanzando que su reforma tendría como referencia la reurbanización de Hurtado de Mendoza y la Plaza del Xúcar convertida en lo que calificó de “banco de pruebas” de esa su remodelación, una remodelación integrada además, señalaba, dentro de un más amplio y la verdad que en principio ambicioso proyecto de transformación de la global fisonomía urbana del centro urbano conquense que incluiría embellecer y revitalizar las calles Sánchez Vera, Cardenal Gil Albornoz, la subida de San Agustín, Mateo Miguel Ayllón y Fray Luis de León. Una remodelación que, como también han apuntado los ediles populares, debería contar con el propio sentir ciudadano, desde el de los más directamente afectados por su ubicación en ella hasta el del total de la ciudadanía. Bien que nos vendría, en efecto, saber cuáles son exactamente esos planes así como poder, desde nuestra propia experiencia como usuarios, participar con nuestra opinión o incluso –¿por qué no? – con nuestras propuestas, en su planeamiento, tanto a través de nuestros colectivos como desde nuestra misma condición de ciudadanos individuales. Ojalá sea así sin que ello, por otra parte, nos lleve – ya puestos, seamos exigentes– a demorar en demasía su final plasmación en hechos.