Regresa la Cuenca Matea
San Mateo ya está aquí. Después de dos años sin celebrarse debido a la pandemia, los festejos más populares de Cuenca regresan con fuerza por todo lo alto: con cinco días de celebración –uno más de lo habitual– y arrancando en fin de semana, lo que hace presagiar un San Mateo histórico en cuanto a participación.
La festividad, que recuerda la toma de la ciudad en 1177 por parte de las tropas de Alfonso VIII, ha vuelto con novedades importantes como una ordenanza municipal propia, que gira en torno a una mayor protección del patrimonio, el bienestar animal y el medio ambiente, a lo que hay que sumar un incremento de la seguridad, con un dispositivo preventivo nocturno y un Punto Violeta ante casos de violencia de género. El objetivo es reducir al máximo los efectos indeseables de esta fiesta, que también cuenta con detractores debido a la suelta de vaquillas enmaromadas.
La ordenanza municipal se centra justamente en tres de los puntos más polémicos de estas fiestas: los posibles perjuicios que se puedan originar en los enclaves emblemáticos de una Ciudad Patrimonio de la Humanidad durante estos días, en los cuales la celebración se concentra precisamente en el Casco Antiguo; los daños a las vaquillas durante los encierros aunque no haya sacrificio animal; y el impacto en el medio ambiente debido a la desmesurada generación de residuos.
Respecto a este último punto, es de agradecer la campaña ‘San Mateo sin plásticos’, que ha puesto en marcha el Ayuntamiento con el fin de reducir residuos y por la que pondrán a disposición de bares y peñas cerca de 70.000 vasos reutilizables con el objetivo de acabar con el ‘usar y tirar’ y caminar hacia un San Mateo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente.
Unas fiestas que, por otro lado, tienen un importante impacto en la economía local, probablemente todavía más este año al caer en fin de semana San Mateo dado que esto posibilitará que muchos conquenses que residen fuera puedan regresar durante estos días y podrá atraer también a gente de fuera, con lo que eso supone para las arcas de la ciudad.
Eso sí, un San Mateo histórico puede multiplicar los efectos indeseables de unas fiestas aún más participativas de lo habitual: heridas por asta de vaca; aglomeraciones, con todo lo que eso conlleva; peleas; comas etílicos y agresiones sexuales. Sobre este último punto, nuevamente habrá un Punto Violeta para atender posibles casos y llevar a cabo tareas de sensibilización. Es triste que en pleno siglo XXI tenga que existir un recurso así.
Disfrutemos de las fiestas con cabeza y en paz y denunciemos cualquier comportamiento incívico. San Mateo ya está aquí.
