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PAC

Por ignorancia o por un afán partidista, en muchas ocasiones se tiende a culpar a los Gobiernos de turno de las decisiones negativas que se adoptan en la Unión Europea. Empezamos a notarlo tras la publicación del borrador presupuestario de la Comisión Europea, que refleja una supuesta reducción del 25% en las ayudas de la Política Agrícola Común (PAC), recorte que algunos cifran en casi 10.000 millones de euros para nuestro país.  En este sentido, conviene recordar, en primer lugar, que estamos haciendo referencia a un borrador y que a menudo este tipo de avances se lanzan como globo sonda para analizar las reacciones que produce y afinar mejor las decisiones finales. En segundo lugar, no está de más incidir en que son los conservadores de Úrsula Von der Leyen, el Partido Popular Europeo, quienes ostentan la mayoría en Bruselas y que son las formaciones políticas de izquierda las que se oponen al pretendido tijeretazo en la PAC. Así pues, las protestas que ya comienzan a registrarse frente a las consejerías de Agricultura de nuestro país quizá deberían dirigirse más hacia la capital belga y los "protestantes" harían bien en pensar mejor a quién votarán en las próximas elecciones europeas.

 

   Dicho esto, en cualquier caso, se entenderían las protestas en un sector ya de por sí castigado por los altos costes de producción, las exigencias medioambientales, la competencia desleal con terceros países y la amenaza de aranceles con la que día sí, día también alardea Donald Trump, por citar algunas de las calamidades que históricamente aquejan a los sufridos agricultores.  Una reducción sustancial de las ayudas puede dar la puntilla a muchas pequeñas explotaciones que dependen de ellas para poder subsistir con dignidad. Entretanto, los grandes latifundistas, menos dependientes de la PAC, podrían ver cómo paulatinamente se va aniquilando su competencia y se va afianzando más su posición de preeminencia en el sector. El recorte destila pues cierto tufillo ideológico que no hace sino reflejar los efectos de la mayoría conservadora que campa en los escaños de la Unión, algo que se refuerza si tenemos en cuenta que lo que se va a reducir en el campo se pretende destinar a armamento y a fomentar las políticas de seguridad, dos pilares fundamentales en las actuales posiciones neoliberales. Por tanto, entendemos que unos movimientos de presión bien dirigidos y bien entendidos pueden ser bienvenidos si queremos pinchar el globo sonda y conseguir que Von der Leyen y los suyos reculen en el Parlamento Europeo. 

 

   Si la reducción de la PAC se produce como adelanta el borrador no sólo se verán afectados muchos cultivos sobre el terreno y se pondría en duda la denominada soberanía alimentaria de la Unión, sino que seguramente también se daría al traste con las beneficiosas políticas que durante décadas han desplegado los Fondos FEDER, buques insignia de la lucha contra la despoblación. Sería difícil de entender que Bruselas renunciara a conservar los valores del mundo rural para destinar millonarias inversiones en compra de armas que engordarían la cartera de uno de los principales competidores de Europa en los mercados internacionales, los Estados Unidos. No se entendería tampoco que en nuestro país las formaciones políticas conservadoras se pusieran de perfil ante una situación que colocaría en peligro las rentas de miles de agricultores. Es momento de defender los intereses nacionales, aunque en los últimos tiempos la tendencia de los parlamentarios europeos españoles del PP no ha ido precisamente en esa dirección.