PAC

Lo que pasa con todas aquellas cosas que podían haber sido es que no fueron.  Esto que parece una frase de M. Rajoy —recordad que no hay nada que nos lleve a pensar que esa «M» es de Mariano—, es lo que pasa con muchas cosas.   Pasa, por ejemplo, con el desbroce y todas esas labores que se realizan en inverno para evitar incendios; nunca las apreciamos en positivo, solo las echamos de menos en algunas ocasiones. 

Pasa esto también con lo de la excepción ibérica y, sobre todo, ahora, con la inflación que estamos sufriendo en algunos alimentos.  

Lo que mandaría la lógica del mercado liberal es haber acabado con la producción agrícola y ganadera en Europa hace mucho tiempo —en un mundo liberal los costes de producción agrícola y ganadero de Europa no tienen cabida, no son competitivos— pero, como todos sabemos, esto no es así. 

En gran parte es debido a la PAC, que, con sus altibajos, errores, cambios, excedentes y picarescas; ha conseguido mantener un sector que, desde los años 50, se consideró estratégico. 

Parece que había, por lo menos, un tipo en Europa que tenía razón: No podemos dejar nuestro sector primario solo en manos del mercado; aunque ello requiera de una política intervencionista y productivista; o lo que algunos llaman comunismo.  Es una pena que tengamos que sufrir una guerra en Ucrania para darnos cuenta.