Medidas unificadas
Este miércoles hemos vuelto a comprobar que el Consejo Interterritorial de Sanidad no es sino un reflejo de la polarización que existe en el Congreso de los Diputados y por ende en grandes sectores de la sociedad. Lejos de ofrecer una necesaria imagen de unanimidad y transversalidad política en la gestión de una pandemia que ya ha provocado decenas de miles de fallecidos en nuestro país, lo que nos deja entrever la última reunión es la ya cansina sensación de que la oposición aprovecha cualquier resquicio para desgastar al Ejecutivo. En su afán por conseguir que este verano esté vacunado un 70% de la población y que, hasta entonces, se mantengan ciertas lógicas restricciones en el ocio nocturno y en la hostelería, el Gobierno ha propuesto unas medidas que han parecido aceptables para muchos hosteleros y empresarios relacionados, pero inaceptables para las comunidades autónomas gobernadas por el PP, aunque esta vez también se han sumado los nacionalistas vascos.
Es preocupante comprobar cómo se vuelve a encabezar un movimiento de desobediencia civil hacia decisiones gubernamentales refrendadas por la mayoría del Consejo con una actitud desafiante. Quizá la Fiscalía debería estudiar este tipo de salidas de tono de los líderes políticos, porque lo que están buscando el Ejecutivo y las autonomías que han votado a favor del nuevo orden de horarios y aforos es acabar cuanto antes con la Covid-19 aprovechando el tirón positivo de las vacunas, no arruinar a nuestros sufridos bares, restaurantes y hoteles ni buscar la independencia de la Unión Europea o de la OTAN. ¿Alguien con dos dedos frente puede pensar que un Gobierno quiera liquidar a sabiendas un sector que influye positivamente en el Producto Interior Bruto de su país y que forma parte del “modus vivendi” de su población? La Judicatura haría bien en no olvidar que lo que manifiestan esos líderes tiene su reflejo en la calle, como hemos podido comprobar en el último año.
Es evidente que la apertura de pubs y discotecas hasta las tres de la madrugada en lugares con menor incidencia del coronavirus, da tiempo para tomar muchas copas… y también para cobrarlas. Y que poder cenar hasta la una de la madrugada permite a los clientes incluso hacer algo de sobremesa con cafés, infusiones, cócteles… y a los restauradores hacer más caja. Y si además las terrazas pueden aumentar aforo ahora que llega el buen tiempo, se hace difícil comprender cómo se puede votar en contra de unas medidas tan suaves en tiempos de una pandemia que otros países más desarrollados que España tienen ya prácticamente controlada a base de medidas durísimas y con la unanimidad de sus políticos.
A nosotros no nos extraña pues que sean muchos los hosteleros y empresarios del ocio nocturno que se hayan mostrado más satisfechos con el nuevo orden establecido. Y que mucha gente reciba con alegría la posibilidad cercana de salir a la calle sin mascarilla y poder ver la sonrisa del vecino, o su cara de vinagre. Cierto es que aún quedan algunos pelos en la gatera y habrá que afinar todavía algunos aspectos jurídicos de la nueva normativa cuando se publique, pero muchos somos los que vemos más cerca la esperanza de que termine esta pesadilla y que vuelva la verdadera normalidad.
