Intrahéroes

Todos tenemos nuestras debilidades, nuestros momentos de sombra. Sucede que, en ocasiones, resulta difícil distinguir lo personal de todo lo demás. Sucede que, en ocasiones, todo parece personal. Imagino que me estoy disculpando, como un vulgar Borbón, de antemano, del aprovechamiento personal de esta columna; o no.  

Mi familia y yo hemos pasado, aproximadamente, el último mes en la residencia. El final ha sido el peor de los posibles, pero solo podemos hablar de agradecimiento. Durante este mes todo el personal sanitario que ha pasado por la habitación 102 nos ha brindado un trato que va más allá de lo profesional, un trato que requiere una implicación personal; una vocación que va más allá del neoliberalismo y su neofisiocracia de valores y divisas. 

Algunos subnormales profundos dirán que lo pagamos con nuestros impuestos. Les diré que no está pagado; que no es lo mismo valor que precio. 

Por eso, quiero, con esta columna, dar las GRACIAS a toda esa gente que durante este mes pasó por la 102 y que, como mi padre, representa a todas esas personas, nunca pequeñas, en pequeños lugares, que hacen pequeñas cosas, solo en apariencia, para que el mundo gire. 

Todas esas personas son las que realmente nos representan y deberían servir de ejemplo, todas esas personas son las que hacen nuestra historia unamoniana.  

GRACIAS.